¿Quién se opone a la globalización?

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de junio de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

La izquierda no tiene alternativas a la globalización, en el fondo defiende una versión radical de aquello que dice odiar. La Historia, que ya ha juzgado a Zapatero, aún no ha dicho su última palabra sobre el aznarismo.

Ante todo, una pregunta ¿por qué oponerse a la globalización? Y una previa, ¿qué es la globalización y en qué modo afecta a los españoles? En un debate interminable en los medios de comunicación, que envuelve a toda la opinión pública y que no deja indiferente a ningún político, es justo empezar por ese punto. Si asumimos que la globalización supone la extensión a todo el mundo, sin distinción de civilización, de origen, de cultura o de tradición, de un mismo modo de vida y de un mismo sistema de valores, asumiremos que, en efecto, estamos en medio de una «globalización».

También es evidente que en esa globalización están implicados todos los españoles, y todos los europeos, incluso y muy especialmente los que retóricamente se oponen al proceso. Marcello Veneziani ha explicado la gran contradicción de la izquierda, moderada o no, al respecto: anarquistas, marxistas, radicales, católicos progresistas, pacifistas, verdes, o revolucionarios… ninguno de ellos pone en discusión el Dogma Global, la interdependencia de los pueblos y de las culturas, el fin de las patrias. La mayor parte de los enemigos declarados de la globalización, en el fondo, son la encarnación misma de la desaparición de las diferencias. Sus palabras se oponen al llamado Nuevo Orden Mundial, pero sus hechos -lo que importa- lo construyen.

La izquierda no tiene alternativas a la globalización, puede alegrarse del terrorismo en Irak o de los errores de George Bush, pero en el fondo defiende una versión radical de aquello que dice odiar. Y la derecha, dividida entre la afirmación pura del Nuevo Orden Mundial y la estéril contemplación nostálgica de un pasado que no va a volver y que no es deseable que vuelva, tiene en sus manos la respuesta.

Este asunto afecta de manera especial al Partido Popular español. Por su orientación atlantista en época de Aznar ha sido denigrado como emanación del neoconservadurismo americano, y éste ha quedado etiquetado como Leviatán globalizador y contrario a las identidades nacionales. Sin embargo, la primera condición para cambiar la realidad es conocerla y aceptarla. Y el tiempo demostrará si el PP, pese al 11 M y a su manipulación, acertó desde un punto de vista patriótico, intentando dar peso a España en un mundo nuevo que de todas maneras estaba emergiendo, y dando la oportunidad de que los valores esenciales de lo español emerjan en el próximo recodo de la Historia. Ésta, que ya ha juzgado a Zapatero, aún no ha dicho su última palabra sobre el aznarismo.

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de junio de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.