Por Pascual Tamburri Bariain, 2 de agosto de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
Mientras Zapatero promete cosas contradictorias e imposibles, sus socios de gobierno sustituyen la bandera española por la ikurriña nacionalista y por la tricolor republicana. El Gobierno debe explicarse
Unión del Pueblo Navarro ha denunciado la colocación de una bandera republicana en el despacho de la alcaldesa socialista de Tafalla (Navarra). Javier Ibañez, alcalde en funciones de IU, suprimió durante las vacaciones de la alcaldesa socialista la bandera nacional y el retrato del Rey que presidían la alcaldía, y colocó en su lugar una bandera tricolor. La de la Segunda República.
No por casualidad, Tafalla fue una de las cinco localidades navarras en las que el PSOE accedió a la alcaldía gracias al apoyo de los nacionalistas vascos y de la extrema izquierda de IU. Comunistas e independentistas forman equipos de gobierno municipal con el PSOE de Zapatero, y las consecuencias no sólo se ven en los símbolos.
No es sólo un símbolo que el tripartito catalán se ensayase con éxito en algunos lugares de Navarra desde la municipales de 2003; y no es sólo un símbolo que Cataluña sea el modelo para Zapatero, que al fin y al cabo gobierna en exigua minoría.
No es sólo cuestión de símbolos, pero los símbolos son importantes. Precisamente cuando José Bono ha propiciado un cambio – simbólico- en el juramento de los mandos de las Fuerzas Armadas, que ya no juran lealtad a España y al Jefe del Estado, sino también a la forma concreta que ese Estado adopta en cada momento, la izquierda y los nacionalistas muestran su rostro -simbólicamente – menos simpático.
En España hablar de República es, además inadecuado, pura nostalgia de una época sangrienta felizmente pasada. La República tricolor de 1931 y 1934 es deseada por los mismos que añoran el régimen soviético, por los mismos que desean la fractura de España o al menos están dispuestos a aceptarla y a lucrarse con ella. Por los mismos que clausuran, aún hoy, sus congresos alzando su brazo en un saludo torvo y totalitario y entonando un himno de odio que ha significado la muerte para millones de europeos.
¿Qué habría sucedido si un concejal del PP hubiese simplemente mantenido en su lugar un retrato del anterior Jefe del Estado o un escudo de España en su anterior forma oficial? Sin embargo, el tripartito que gobierna en Tafalla, en Cataluña y en España puede permitirse ofender a Su Majestad el Rey, a la mayoría de los españoles y a los hombres y mujeres que han jurado dar su vida a su servicio. Puede ser una cuestión de símbolos, es cierto, pero no es cuestión de poco. España no puede permitirse gestos así, y menos en Navarra, si no quiere pagar un precio muy alto.
Por Pascual Tamburri Bariain, 2 de agosto de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.