Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de agosto de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.
El fallecido cardenal González Martín, contra viento y marea, recordó siempre que hay aspectos esenciales sin los que una nación católica no puede sentirse bien gobernada. Sin concesiones a la corrección política.
El pasado 25 de agosto murió el cardenal González Martín. Los medios de comnicación se han detenido especialmente en su largo pontificado en la sede primada de las Españas; y también en su particular relación con José Bono, un hombre eternamente ambiguo y decididamente confuso. Pero el legado de don Marcelo va, en lo político, mucho más allá.
Contra la opinión general no sólo fue un hombre de fe, sino también un hombre de amplios saberes, de elevada cultura y siempre atento a la juventud y a los cambios del mundo. Su defecto, desde puntos de vista que no son los de Elsemanaldigital.com, fue su decisión de no renunciar a lo esencial de su misión y de la fe que encarnaba, y no hacerlo incluso cuando el camino fácil era acomodarse a la opinión del adversario. Sostuvo, cuando hizo falta, posturas políticamente incorrectas, si la supuesta «corrección política» ponía en peligro a su juicio la fe de Cristo y de España.
Don Marcelo tuvo su momento de máxima actividad pública a mediados de los 70, con la instauración monárquica, la Transición y la Constitución. Y en aquellos momentos decisivos, contra viento y marea, recordó cinco aspectos esenciales sin los que una nación católica no puede sentirse bien gobernada. No es bueno que la ley suprema no nombre siquiera a Dios en una nación de bautizados. No es aceptable la arbitrariedad legislativa al no reconocer ninguna ley natural. No es aceptable que se ponga en peligro la libertad familiar de enseñanza. No es tolerable la debilidad de la familia frente a todos los caminos fáciles que pretenden disolverla. Y no hay legitimidad que puede negar a la vida su calidad de supremo derecho humano.
Por todo esto, e injustamente, el hoy llorado cardenal fue acusado de no ser demócrata. Nada tiene que ver la democracia con la corrección política, que, precisamente en manos de la izquierda, se convierte en instrumento de destrucción de la democracia y de la libertad.
Don Marcelo ha muerto en una situación que recuerda bastante a la de aquellos años. España está gobernada -hoy de derecho, antes de hecho- por la izquierda que afirma totalitariamente una visión unívoca de la democracia. Y los españoles están llamados en breve a votar un texto mal llamado constitucional en el que todas las lagunas y defectos temidos por González martín están presentes de manera radical. Bien está rendir homenaje a su memoria, pero tal vez sea oportuno que alguien siga su ejemplo.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de agosto de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.