De Diwaniya a Kabul, pasando por Túnez

Por Pascual Tamburri, 15 de septiembre de 2004.

Pascual Tamburri se pregunta cuáles son las diferencias entre la presencia española en Iraq y en Afganistán, cuando en ambos casos se trata de misiones amparadas por la ONU.

No desvelo ningún secreto de Estado ni datos confidenciales de la seguridad nacional si digo que mi hermano está en estos mismos momentos en algún lugar cercano a Kabul, vistiendo el uniforme de nuestro Ejército. Es más, estoy muy orgulloso de que sea así, porque las virtudes de la disciplina, del servicio y del sacrificio viven aún en personas así. Tanto más porque es uno de los pocos que participaron en los meses pasados en las operaciones en Iraq y participan ahora en la misión española en Afganistán.

Me gustaría poderle explicar porqué su presencia en Diwaniya y alrededores era intolerable, ilegal, agresiva, mala para España, negativa para la comunidad internacional, inútil en la lucha contra el desorden terrorista; y porqué, en cambio, su presencia en Kabul tiene características totalmente opuestas. Pero no puedo, porque yo mismo no lo entiendo. Ambas misiones tienen el amparo jurídico de la ONU, a la que se podrá dar la importancia que se desee. Ambas se enfrentan a un enemigo de la misma naturaleza, que además en las intenciones expresas de los grupos islamistas van a emplear los mismos métodos. Ambos contingentes han sido enviados por un Gobierno español ante la necesidad de participar en la seguridad colectiva de las naciones occidentales y de mantener una cierta credibilidad de España en ese contexto.

Se vean como se quieran ver, las dos misiones tienen el mismo sentido y la misma importancia. Con una importante diferencia, que la primera fue desplegada por una España que tenía objetivos concretos que alcanzar, y fue retirada en una crisis de pánico demagógico. Mientras que la segunda responde más bien a la intención de salvar la cara ante los aliados y ante el mundo de la manera menos mala posible. Nada cambia, excepto la gestión que desde el problema se ha hecho en Madrid.

Cabe comparar esa gestión con otras, y las comparaciones son sonrojantes para nuestro país, para nosotros mismos. Es la misma vergüenza que muchos de nuestros soldados dijeron sentir al volver precipitadamente de Irak. Ante una crisis mucho peor que la del 11 de marzo, el Gobierno ruso ha reaccionado con toda la torpeza que se quiera, pero con una firmeza que implica una garantía para el futuro. Beslán no ha supuesto una retirada rusa ni una cesión al chantaje terrorista, sino una renovada decisión de defender por todos los medios el interés nacional. Esto no deja de alejar a Rusia del mundo de ensueño que se cultiva a orillas del Rhin, y acerca a Moscú a la reacción de Estados Unidos ante el 11 de septiembre de hacer tres años.

Al mismo tiempo, España ha hablado por boca de sus representantes en Túnez. El presidente de nuestro Gobierno ha invitado a los países aliados a retirarse de Irak como camino para solucionar los problemas del país. Esto es criticable por tres razones: porque es esencialmente falso que la solución pase por ahí, porque es ilógico pedir semejante cosa después de haber votado en la ONU una resolución que pedía la presencia de militares en Irak (aunque después de haber salido de allí los nuestros) y, sobre todo, por delicadeza hacia Italia. Italia, sometida ahora mismo a un chantaje nacional, con la casi certeza de que sus rehenes morirán porque el país no está dispuesto a dejar Irak, no tiene hoy nada que agradecer a José Luis Rodríguez Zapatero ni a España. En realidad, tiene mucho que reprocharnos, y más de una razón para sacarnos los colores.

Querido hermano, ¿ha valido la pena salir de Diwaniya, ir a Kabul y por el camino perder todo lo que hemos perdido? Tú obedeces y te basta. Yo pienso y sigo sin comprender.

Pascual Tamburri
El Diario Exterior, 15 de septiembre de 2004.
https://www.eldiarioexterior.com/de-diwaniya-a-kabul-pasando-1737.htm