El PP, partido de futuro

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Un Congreso de un Partido, si se hace como debe hacerse, es un momento de encuentro y de reflexión, siempre de reforma, nunca de ruptura y tampoco de estancamiento. Los partidos modernos, aunque como intuyó Sartori son grupos de personas y responden a la necesidad de gestionar el poder en nuestras democracias, tienen ante sí el reto de responder a las necesidades concretas de los ciudadanos y de hacerlo desde principios claros. El Congreso Nacional del PP, inminente y largamente preparado, parece que va a ser un momento político de la mejor calidad, un buen ejemplo de lo mejor que la política puede ofrecer a los españoles de hoy.

Realmente se trata del primer partido de España, y esto pocos lo discuten. El primero en afiliación, en impacto social, en cargos electos, en crecimiento, en juventud, en participación femenina, en renovación ideológica, en lealtad doctrinal y personal; el primero también en talante, si esta palabra quiere decir algo. No obstante, como creación humana que es, puede mejorar, debe mejorar, creemos que va a mejorar, precisamente a partir de y a través de este Congreso.

No puede ser de otra manera. El PP es perfectamente previsible, como tantas veces ha dicho Aznar, entre otras cosas porque es bastante diferente de esa cuadrilla de escolares talluditos y ruidosos que componene sin orden ni concierto el partido de minoría mayoritaria. Sus hombres y mujeres son reformistas, lo que equivale a subrayar tanto su fidelidad a determinados valores y estilos que no pueden mutarse sin cambiar el alma del Partido, como su capacidad bien demostrada de responder desde esa base y desde su propia pluralidad a las necesidades del país. Aunque no sean siempre las de «El País», como ha demostrado la ejemplar transición de una presidencia a otra.

El PSOE, por ejemplo, triene que aprender algunas cosas del PP. Lo que no es obstáculo para que, en ciertos aspectos, el PP deba tomar nota de cómo hace las cosas el vecino de la calle Ferraz, tan distinto en todo pero tan eficaz en algunos puntos esenciales. El principal, la comunicación: el PP ha oscilado entre el dilettantismo («esto lo arreglo yo en dos patadas») y la profesionalización pura y dura (contratando técnicos e ideas mercenarios, lejanos del alma del Partido). EL PP necesita una política de imagen, de medios y de comunicación, con responsables bien determinados. Otra cosa sería condenarse a repetir el riesgo del 13 M. El buen paño no se vende ya en el arca.

Habría que añadir algunos detalles concretos, dentre de ese problema de imagen. El PP, entre cuyos cuadros, cargos y militantes hay una gran proporción de mujeres, no puede asumir una política de cuotas; pero cabe pensar que se de más especio -sólo por sus méritos- a más mujeres. Y lo mismo cabe decir de los jóvenes, de Nuevas Generaciones en concreto: ellos no son sólo el futuro del Partido, sino que son ya una de sus principales bazas, sus agentes en el terreno donde se van a decidir todas las elecciones que se acercan. Hay que premiar el trabajo y la calidad, y nunca el oportunismo; y hay que pensar en incluir una voz joven en el centro de las decisiones. Es el PP, unido, coherente, fiel a sí mismo, plural. Tal es la necesaria apuesta de futuro de la España que no se resigna a la mediocridad.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.