Ibarretxe ya son dos

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

La pretensión de Maragall de preparar un referéndum en Cataluña si las Cortes no aprueban su plan, es, en el fondo y en la forma, lo mismo que el plan de Ibarretxe. Con una sola diferencia: la confusa postura del PSOE de Zapatero.

En el principio era el Verbo. Más que el verbo, que sería Xabier Arzallus, ahora hay que contar su innecesario sujeto, el presidente Ibarretxe, y el suplemento, Josu Jon Imaz. Pero todos son uno y uno son todos, la única expresión política viable del nacionalismo vasco. Al menos su vanguardia: el plan del presidente autonómico es un plan independentista, y no lo oculta. A pesar de que se basa en formalismos democráticos y constitucionales, no es un plan democrático, porque condena al ostracismo a la mitad de los vascos y a la colonización a todos los navarros; y no es un plan que quepa en esta Constitución, ni en ninguna Constitución que los españoles hayan tenido o vayan a poder tener.

Pero en todo esto hay afortunadamente un amplio acuerdo, que incluye al PP, a muchos partidos regionalistas, a una parte mayoritaria del PSOE y también a sectores de Izquierda Unida no cegados por Llamazares. Ibarretxe, por su origen totalitario en el PNV y por su alianza con los criminales de Batasuna, está descalificado. Su plan podrá avanzar por la fuerza de los hechos, pero nadie discute seriamente su impresentabilidad.

Incluso quienes tratan de afirmar seriamente que Ibarretxe hace de buena fe una propuesta democrática y aceptable contribuyen, por sus propias características, a subrayar aún más el carácter totalitario e irracional de su oferta. Tal es la triste posición de un Francesco Cossiga, jubilado forzoso de la política italiana, o de un Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, elevado o reducido a la presidencia del Tribunal Constitucional … de Andorra.

Pero hay otro Ibarretxe, de nombre Pasqual Maragall. La pretensión de Maragall de preparar un referéndum consultivo en Cataluña si las Cortes no aprueban las reformas estatutarias que el Parlament propone es exactamente, en el fondo y en la forma, lo mismo que el plan de Ibarretxe. Con una sola diferencia: una gran parte (aunque decreciente) del PSOE se opone al plan nacionalista vasco, pero casi nadie en el partido de muy relativa mayoría niega la legitimidad de Maragall.

El PSOE tiene que dar la cara. No basta darla en Vitoria, donde hacerlo da o mantiene votos y donde el rival está totalmente desacreditado. Hay que hacerlo también en Barcelona. Y si no lo hace, tendrá que pagar el precio político.

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.