Congresos: grandes riesgos, grandes oportunidades

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.

Los Congresos provinciales y regionales del Partido Popular se han convertido a veces en enfrentamientos abiertos. En todos se ha demostrado la solidez de ese gran partido; pero en unos cuantos de ellos la democracia interna ha sido el pretexto para un combate por los puestos directivos. Y en definitiva siempre es así, desde la Transición: la vida interna de los partidos sirve a veces para encauzar nobles ambiciones de servicio a la comunidad, pero también plebeyas codicias de poder, de prestigio y de cargos.

De esta manera, un congreso interno de un partido puede convertirse en lo mejor o en lo peor de la democracia. En lo mejor, si prevalecen el patriotismo, el idealismo, el espíritu de sacrificio, la sobriedad, la disciplina; si se analizan situaciones y conductas con firmeza e inteligencia, si se planea el futuro pensando en el bien común y si se seleccionan los dirigentes pensando en ese mismo bien común. O en lo peor, si prevalecen el individualismo, el egoísmo, la crítica destructiva o la adulación, si se piensa sólo en los intereses a corto plazo de cada político o si se eligen los dirigentes calculando sus amistades y enemistades.

Que un Congreso vaya bien o mal no significa exactamente que sea pacífico o no. Más bien la cuestión estriba en que cumpla o no su función de gobierno del partido en cuestión, y que lo haga en provecho del partido, sin acepción de personas. Tras los Congresos del PP, se reserva para finales de invierno el Congreso de Unión del Pueblo Navarro. Y no va ser un Congreso fácil, pero sí es un Congreso necesario.

Es un Congreso de riesgo, porque se han generado tanto expectativas como rivalidades que no siempre son compatibles, y que no siempre coinciden con los intereses a largo plazo del partido. No hace falta hacer una lista de nombres para comprender que hay problemas personales. Esos problemas tienen una solución clara: que cada persona ocupe la posición desde la que mejor pueda servir al futuro de la Navarra libre, foral y española.

Si se hace así, con generosidad, el Congreso de marzo es una gran oportunidad. Como ha escrito Miguel Sanz -que seguirá en cualquier caso en la presidencia de UPN- «la renovación y las circunstancias han de guiar nuestras actuaciones». Tal es la clave de esta situación: lograr que Navarra, como siempre, conserve lo esencial sin perderse en los vericuetos de lo accidental. Renovar no por obligación, sino por convicción, en la seguridad de que es la mejor manera de conservar la identidad milenaria de nuestro pueblo. Tal es la síntesis de esperanza y de oportunidad que surge de un Congreso que debe tener a todos como ganadores.

Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2004.
Publicado en El Semanal Digital.