Nacionalismo de odio, patriotismo de amor

Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de enero de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Reconozco mi incapacidad para entender el nacionalismo vasco. Dejemos a un lado lo que considero indiscutible, que no hay fundamento objetivo para el nacionalismo, porque nunca ha existido fuera del ser de España esa comunidad. Demos por bueno que un puro ejercicio de voluntad y sentimiento puedan cambiar la realidad. Incluso en ese caso sigo sin entenderlo.

Mi duda es sencilla: si el nacionalismo es un ejercicio de amor por una identidad, por una patria, por su nación, por su pasado, sus tradiciones, ¿es compatible con el odio?. Aun sintiéndose fundado, ¿es coherente un nacionalismo que se base más en odiar lo que considera ajeno que en amar lo propio?

Lo ha notado el nacionalismo de Gara (http://www.gara.net/pf_idatzia/20050127/art98490.php), que pretende descalificar sin argumentos mi crítica como historiador (http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=25675) (entiendo, por cierto, que el movimiento abertzale y sus historiadores se hacen responsables de las amenazas que se me hacen en sus medios). Si uno lee con calma la cantidad de reacciones que mi opinión suscita en esos medios (http://euskalherria.indymedia.org/es/2005/01/19111.shtml), y las tuviese que resumir en una sola palabra, ésta sería «odio».

¿Y si el nacionalismo es amor, por qué odiar? Tal vez porque la falta de argumentos racionales lleva a la desesperanza, la desesperanza genera miedo, y el miedo odio. Creo, por lo que me afecta pero también como reflexión general, que el nacionalismo vasco, llevado a la necesidad de argumentar, muestra su límite. Como carece de un objeto real que amar, porque su patria acaba de ser inventada, degenera rápidamente en odio a España, a la verdad y a quien trate de representarla.

No estamos viviendo una Richtungskampf historiográfica, como ya tuve ocasión de demostrar en un artículo de otro tipo (http://www.cesn.it/Pubblicazioni/medievalia/studi_in_onore.htm). La verdad histórica, que seguiremos investigando, es decididamente incompatible con el nacionalismo vasco, salvo en la divulgación y los libros de texto que él mismo promueve. Y de ahí la rabia visceral que parezco causar.

Que sea para bien. Ojalá el nacionalismo vasco fuese sincero consigo mismo, y dejase el odio para amar. Si defendiesen sinceramente la historia, la identidad, el pasado y el futuro de aquellas provincias estaríamos en el mismo barco. Su amor a lo vasco se resolvería en un patriotismo español, pues no se entiende lo uno sin lo otro. Mientras tanto, los españolistas han de perseverar en la verdad, en la esperanza y en el amor. El odio no se combate con odio, y el nacionalismo sólo será derrotado cuando se extinga el odio. Cuando los nietos de Ibarretxe y de Otegi conozcan y amen su provincia más que sus abuelos, y por eso mismo amen España, la guerra habrá terminado. Saben que es posible, y por eso tienen miedo. Y odian.

Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de enero de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.