Un año de legislatura excepcional

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de marzo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero no puede olvidar en qué circunstancias y con qué apoyos venció las elecciones. Su presidencia está lastrada por el recuerdo de 192 asesinados.

El 14 de marzo de 2004 el PSOE venció por mayoría simple, ajustada y enteramente inesperada las elecciones generales. Nunca en el futuro ese acontecimiento podrá separarse de lo sucedido tres días antes. La masacre terrorista del 11 de marzo y la llegada a La Moncloa de José Luis Rodríguez Zapatero está unidos en buena lógica, en el sentido común, en las mismas intenciones de los criminales por lo poco que conocemos de ellos.

A un año de los hechos, recordar esto no supone negar la legitimidad de la actual mayoría parlamentaria. Nadie la niega, ni siquiera el líder de la oposición. Pero de esa situación excepcional se derivan para el PSOE y para el mismo Zapatero una serie de obligaciones que no cumple.

Su primera obligación es gobernar para todos. Bien o mal ocupa una posición que es de Estado, y no de partido, y debe actuar en consecuencia. Emplear una victoria electoral como la del 14 M para crear una mayoría social que entonces no existía y para machacar al PP es un error que reproduce la división entre «dos Españas».

Más importante aún es la obligación de respetar la democracia. La democracia no es sólo el gobierno de la mayoría, sino sobre todo el respeto de la minoría. El intento reiterado de deslegitimar al PP es una pretensión antidemocrática, que nace de una concepción sólo formal de la democracia. Un riesgo real para la libertad de todos.

Pero en este día de aniversarios el PP tiene también que recordar y reflexionar. Tal vez la actuación gubernamental y política en los días claves fuese irreprochable. Pero sin duda pecó de pacata, de timorata, de generosa o, por decirlo de otro modo, de acomplejada. Y la derrota del 14 M, nacida del 11 M, fue posible por una política de medios y de comunicación inexistente, y por un alejamiento de su base social, que pudo y debió movilizarse mucho antes. Polanco derrotó a Aznar con los medios que éste le dio y en medio de peticiones de serenidad a unas bases que veían la realidad con más claridad que muchos dirigentes.

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de marzo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.