Las vocaciones de la LOGSE

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

La LOGSE nació con grandes ambiciones. Ambiciones ideológicamente sesgadas, cierto es, pero no por ello menores. Puede discutirse el acierto de la crítica al «diseño exclusivamente propedéutico del bachillerato», pero ciertamente no la magnitud del desafío. Sin embargo, en el modelo alternativo que de allí nació hay palabras significativamente ausentes y otras notoriamente presentes, como signo evidente del rumbo que se tomaba.

Buscaremos en vano en la LOGSE, por ejemplo, la palabra «vocación». En los distintos momentos en los que el alumno debe decidir se incide ocasionalmente en su «libertad» y siempre en la «orientación» que debe recibir, pero no se recuerda la idea de vocación. Es decir, que se renuncia a que los jóvenes españoles decidan su futuro por su gusto más íntimo y su natural predisposición, y se les lleva por otros derroteros.

Como sabe quien haya sido tutor en el actual sistema educativo no es una cuestión menor. Al acabar la E.S.O., los jóvenes de 16 años reciben una «orientación sobre su futuro académico y profesional … que en ningún caso será prescriptiva». Un fin general de todo el sistema educativo es la orientación educativa y profesional, que forma parte por ejemplo de la función docente según el artículo 60, pero no se definen los criterios de esa orientación, salvo por eliminación. Eliminada la vocación, ¿qué queda? La LOGSE no es confusa en esto.

Queda la modernidad pura y dura, concretada en «oferta» y «demanda», palabras reiteradas en varios puntos de la Ley, no por casualidad. Este giro no es casual: los fautores ideológicos de la LOGSE y sus beneficiarios económicos, que no son los mismos, coinciden en concebir toda la educación como una parte del sistema productivo, y en consecuencia un vestíbulo del «mercado de trabajo». Nada de vocación, en consecuencia, ni de valoración de gustos y capacidades: oferta y demanda. Demanda, además, entendida con el peculiar criterio del artículo 62: el sistema educativo habrá de estar permanentemente adecuado «a las demandas sociales».

El espacio que aquí se nos concede impide que veamos algunos ejemplos tomados de la vida misma sobre los criterios adoptados por muchas de esas familias en quienes se depositan las negadas vocaciones de los hijos y los minusvalorados consejos de quienes pueden darlos. No son todos los padres, aún no, pero el utilitarismo mercantil avanza y -por qué no decirlo- la rendición a lo políticamente correcto también; en breve tiempo, en muchas familias, una vocación política y una afición por la montaña causarán más escándalo y preocupación que un noviazgo homosexual, un alcoholismo o una experiencia con las drogas. ¿Acaso no es así ya en algunos casos que conozco bien?. Lo cierto es que, por modas sociales, los mismos padres que estadísticamente están dispuestos a admitir que su hijo sea economista, arquitecto, ingeniero o jurista sin vocación de serlo -y lo aplaudirán por imperativo social y cálculo económico bastante miope- se escandalizarán de que desee estudiar Arte o Filosofía y Letras o de que quiera ser campesino, sacerdote o militar.

Renunciando a la vocación como criterio se ha expuesto el futuro de toda una generación al influjo incontrolado de las modas, de los medios de comunicación, de los lugares comunes y de la vulgaridad. Se están generando futuros infelices aunque hoy se dejen satisfechas con la falsedad a las familias. Se olvida el bien supremo de todo el sistema que llamamos educativo: la formación del joven y el bien común de la nación. Lo esencial es que cada español joven elija un futuro que pueda vivir con dignidad, y esa dignidad no es sólo económica. Algún día un tutor exigirá la aplicación rigurosa del artículo 65 de la LOGSE («Con el objeto de asegurar la educación de los niños, las Administraciones públicas asumirán subsidiariamente su cuidado y atención cuando las familias se encuentren en situaciones que les impidan ejercer sus responsabilidades»), y entonces nos divertiremos todos, a cuenta de la vocación.

Tirso Lacalle

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.