Los privilegios son necesarios y justos (palabra de navarro)

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Siento esa sensación indefinible que llamamos vergüenza ajena cuando escucho a algunos políticos en activo intentar explicar por qué es necesario modificar el orden de sucesión a la corona. Esos «privilegios» que algunos dicen querer suprimir, y que algunos se atreven a calificar neciamente incluso de inconstitucionales, no sólo no son antijurídicos, sino que de hecho están en la esencia de la institución. Y de algunas otras instituciones.

Así que, queridos amigos, déjense por un momento de palabrería políticamente correcta y lean la opinión de un navarro.

Se dice que establecer una preferencia del varón sobre la mujer es discriminatorio. Un privilegio. Y en efecto, lo es; en sentido literal, se trata de una «gracia o prerrogativa concedida por un superior…concediendo una exención de la que no disfrutan otros». Etimológicamente es un privilegium, un ius proprium, una normativa específica para una institución establecida precisamente como excepción legal a una norma general. Todo nuestro ordenamiento jurídico está hecho de tales «privilegios», ¿o acaso diremos que no puede haber excepciones a una norma?

Sigamos. Si decimos que es un «privilegio» injusto la preferencia sucesoria del varón, ¿no podremos decir que la existencia misma de la monarquía es un privilegio injusto de la familia Borbón sobre el resto de familias españolas? Y, por otro lado, ante una hipotética sucesión femenina instaurada con una legislación retroactiva, ¿no podría pensar alguien que las dos hermanas mayores de don Felipe han sido también víctimas de este privilegio? No es coherente aceptar que en un punto una institución deba «adaptarse a los tiempos» pero negarnos a seguir el razonamiento, en su lógica, hasta el final: si hablamos de igualdad, la igualdad habrá de ser total.

Y es que la monarquía se basaba, cuando existía, en la desigualdad, en el privilegio. Si negamos éste en un punto habremos de negarlo en todos. Y tal vez sea ese el objetivo de quien promueve esta reforma, porque casualmente el anuncio del feliz estado de doña Letizia coincidió con una simpática manifestación pública del presidente del Gobierno ante unas cuantas banderas republicanas.

Tengo la suerte de ser navarro y de saber además algo de nuestras raíces medievales. Las mismas instituciones forales de Navarra son a menudo presentadas como un privilegio de los navarros; más de una vez he intentado convencer a buenos amigos de lo innecesario de negar ese hecho. En efecto, los fueros navarros son privilegios, es decir, derechos privativos de la actual Comunidad Foral. Si intentamos explicar esa realidad, vestigio de un Ordenamiento premoderno, desde la igualdad y la uniformidad, simplemente terminaremos por negar su base. Con los fueros navarros sucede lo mismo que con la monarquía: que se basan en excepciones históricas -hay quien dice que pactadas- a la norma general. Podemos rechazarlas, y entonces habremos de ir hacia la igualdad absoluta. Podemos respetarlas, al menos en su configuración pasada, y habremos entonces de tener mucho cuidado con desmontar un mecanismo tan delicado. Porque puede suceder que en este juego no sepamos después reconstruir lo que los siglos y los milenios han legado. Con estas cosas, mejor no jugar y a ser posible no hablar si no se sabe.

El PSOE sí sabe dónde va, en ambos casos.

Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.