Spagna: Zapatero contro l’ambiente

Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

España cambió de Gobierno hace algo más de un año. Teóricamente los vencedores del 11 M (perdón, del 14 M) tenían una «sensibilidad ecológica» de la que carecían los perdedores. De hecho, simbólicamente, Cristina Narbona fue destinada al Ministerio de Medio Ambiente con amplias competencias y grandes planes. Doce meses después el medio ambiente español no sólo no está mejor, sino que afronta desafíos aún mayores. Y el primero es el de cierta claridad en las ideas, porque Zapatero ha mentido mucho más de lo que ha hecho. También en esto.

Izquierda, derecha y ecología

El ecologismo no es de izquierdas, aunque nueve de cada diez españoles consultados lo afirmará. La izquierda ha sabido manipular los hechos y el discurso público para apropiarse de algo -la conservación de la naturaleza- que ideológicamente no puede corresponderle, por definición, y que además ha gestionado sistemáticamente mal allí donde ha tenido la oportunidad de hacerlo, sea en la España de Felipe González, en las autonomías gobernadas hoy por los aliados de ZP o en los países del «socialismo real».

Pero una parte importante de la responsabilidad de esta mentira es del centroderecha. El PP es una coalición de cosas diversas, de todos los centros y las derechas posibles en nuestra democracia, y tiene una sensibilidad variada ante el medio ambiente. Sin embargo, en principio, su predisposición básica a la conservación de nuestra riqueza natural debería ser mayor que la de la izquierda desarrollista y «progresista». Pero el predominio de la economía sobre todos los demás aspectos de la vida política, y de una cierta doctrina económica paradójicamente «progresista» ha impedido una buena gestión popular de esta ventaja de partida. No obstante, el PP ha sido capaz de hacer compatible desarrollo y medio ambiente, precisamente gracias a esa tendencia ideológica básica, aunque a veces indebidamente reprimida -piénsese en el despegue de las energías renovables-, mientras que el PSOE ha sido históricamente ineficaz en ambos campos. Hoy lo es en grado superlativo.

El problema regional

Además del progresismo socialista -naturalmente antiecológico, pese a su discurso oficial- España afronta hoy el problema de veinte legislaciones ambientales diferentes: diecinueve administraciones autonómicas contradictorias más los restos de la normativa nacional han convertido nuestro país en una verdadera jungla sin ley. Los recursos comunes de la nación, tanto ambientales como económicos, son repartidos de modo arbitrario y gestionados en competencia más que en colaboración. Zapatero, con su incapacidad para generar una normativa estatal armónica, ha permitido en este terreno absolutamente todo y lo contrario de todo, de manera particularmente acusada en la gestión de los recursos hidráulicos. Tres Ministerios (Medio Ambiente, Fomento y Agricultura) tienen políticas que no se coordinan; y las áreas correspondientes en los gobiernos regionales hacen y deshacen a su gusto.

Para entender la grave de la situación basta recordar qué está sucediendo con el Plan Hidrológico Nacional. Las obras anunciadas por Aznar, comenzadas a realizar y en buena parte ya financiadas tenían sus informes de impacto ambiental. Sin duda éste existía, pero no era necesariamente negativo -en el peor de los casos-. Un año después sólo se han mantenido las obras que interesaban a los aliados catalanes de Zapatero, se ha condenado a media docena de regiones al subdesarrollo y el despoblamiento a medio plazo y, cosa peor, se ha ideado una «alternativa» que es, con certeza más cara y mucho más contaminante. Las desaladoras contaminan mucho, no resuelven el problema y dependen de combustibles fósiles que se habrán de importar a caro precio. ¿Alternativa? Mera demagogia, o peor.

La dimensión europea del problema

Y la catástrofe ecológica es también económica. Narbona y Zapatero se precipitaron a anular las obras planificadas por el PP. Al hacerlo, renunciaron a la financiación europea ya comprometida, tanto con cargo a fondos regionales como estructurales y también agrícolas. Incluso si ahora se presentase un nuevo plan, y si fuese realizable, esa financiación ya se habría perdido, porque otros países -especialmente Italia, por su brillante gestión agrícola, especialmente en materia de regadíos-. España es, para Europa, un gran espacio vacío, cara vez más vacío en su interior y en el Norte y con necesidades crecientes en la costa, en el Valle del Ebro y en Madrid, únicas regiones que crecen. Como ha recordado José Javier Esparza, España se despuebla (http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=30339) y esto tiene consecuencias ambientales seguras, conocidas y dolorosas. ¿Dónde están ahora los medios para las inversiones y infraestructuras que realicen la triple misión de minimizar los daños, contener la sangría y permitir una vida digna a todos los seres vivos en todo el territorio nacional? Zapatero y Narbona los han perdido.

España está ante el peor escenario ambiental posible: un desarrollismo economicista con escaso cuidado del medio ambiente, unas autoridades más preocupadas de la imagen que de los hechos, un marco institucional (europeo y regional) que crea más problemas aún. España corre el riesgo de convertirse en un gran parque temático, ecológicamente abandonado y desordenado, abierto a las grandes inversiones de grupos empresariales extranjeros, con zonas sobreexplotadas y superpobladas. Por el camino, además de una neta pérdida medioambiental, el Gobierno de Zapatero habrá causado una ulterior pérdida económica. Habrá relegado al olvido, además, a los mejores y mayores gestores de nuestro medio ambiente, hoy despreciados, agricultores y ganaderos. Dicho sea todo esto sin olvidar la parte -menor, pero real- de responsabilidad de una derecha que no siempre y no en todas partes ha tenido la gallardía de ser ella misma y de responder a sus muy sanos valores en este ámbito. Aprendamos para el futuro.

Por Pascual Tamburri Bariain, 16 de mayo de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.