El Occidente de la LOGSE

Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de julio de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

España es un país occidental. No sólo en sentido geográfico, respecto a la masa continental eurasiática, sino sobre todo culturalmente. Somos parte de la civilización occidental, una peculiar concreción del espíritu humano nacida en el reborde atlántico de Europa al hundirse en esas regiones el Imperio romano, madurada y crecida portentosamente y hoy, por cuanto vemos, abocada a cambios radicales o a la desaparición.

Incluso un alumno de primeros cursos de la ESO es capaz de aceptar que en el mundo hay varias civilizaciones, distintas en sus principios y en su soporte, y que ha habido otras varias que se han extinguido dejando unos u otros recuerdos. Es importante notar cómo en todo el texto de la LOGSE no aparece ni una sola vez la palabra «civilización», y sin embargo «el respeto a todas las culturas» es un principio básico de todo el sistema de enseñanza, recogido en el artículo 2. Tampoco se puede pedir al equipo de Marchesi que conozca las sutilezas del pensamiento spengleriano, ni a las cabezas pensantes del PSOE que sepan realmente, en lo que les afecta, qué dijo Arnold Toynbee.

Ahora bien, en la misma LOGSE se deja muy claro que la Ley, sus autores y el país entero son parte de Occidente, y de este Occidente crepuscular. Franco Cardini, en sus intentos por comprender este Occidente nacido en «su» Edad Media y hoy en crisis, cree que Occidente puede definirse hoy por el nihilismo técnico, por el progressimo inmanente e individualista como ideología totalitaria que no admite la existencia de un «otro». Así, nuestra civilización ha llegado a concebirse a sí misma como punto necesario de llegada de todas las demás, en un «fin de la historia» que no tiene paralelo en otros espacios de civilización. Ahora bien, si la LOGSE define como sus principios básicos la efectiva igualdad de derechos, el rechazo a todo tipo de discriminación, el desarrollo del espíritu crítico o el fomento de los hábitos de comportamiento democrático, convendremos en que esa combinación sólo es posible en Occidente y sólo a comienzos del siglo XXI.

Pensemos, por una parte, en qué civilización occidental deja tras de sí la generación que hizo la LOGSE, la que hoy gobierna, la que hoy encabeza las familias. Lo acaba de resumir José Javier Esparza (http://www.elsemanaldigital.com/articulos.asp?idarticulo=34734): se trata de una visión del mundo cosmopolita: todos los límites serán superados «en el horizonte de la civilización técnica». Es el sueño de la integración, del progreso y de la felicidad. Con una indudable grandeza de fondo, pero también con consecuencias lamentables del progresismo como es la propia LOGSE; una gran civilización con las semillas de su propia e inconsciente destrucción, ya que sus ideales comunes tienden a reducirse a la globalización y la riqueza, incluso vía sistema de enseñanza.

¿Y si una civilización no cede? ¿Y si Occidente no satisface las espectativas que ha creado en los occidentales y en los occidentalizados? Serán los hijos de la LOGSE, los frutos humanos de la Gran Mutación que explica Javier Ruiz Portella, los que tendrán que cargar con el peso de esta civilización, o de su muerte y del parto de la que la suceda. Lo harán, por cierto, con su bagaje LOGSE que ahora están adquiriendo.

Los occidentales de la LOGSE han sido educados en la ignorancia, el desprecio y la negación del pasado. Así, el hombre de la LOGSE ha perdido su conexión espiritual y cultural con todas las fases de nuestra historia común. Es un hombre entregado sólo a las nociones que se le han enseñado dentro y fuera de las aulas. Ya no se siente parte de una comunidad de vivos y muertos, llámese ciudad, familia, nación, patria o cristiandad. Hemos creado un «hombre nuevo», totalitariamente perfecto, «sin atributos» (pero ¿quién recuerda a Musil?) y entregado sólo a colmar sus necesidades materiales. Es más; teológicamente convencido de que no hay otras.

Occidente se muere, y la LOGSE no es culpable; es sólo un síntoma de la sustitución de valores, que en el paso de una generación han dejado de ser los que vertebraron Occidente y han pasado a ser los de la ideología neo-occidental. Encontramos esos principios en el articulado de la Ley y en su aplicación por los logsianos devotos. Los encontramos en los alumnos, y en todos los problemas que éstos tienen y van a tener. Sin embargo, los principios de la LOGSE van contra la naturaleza más profunda del hombre occidental. Y tal vez veamos por ahí, a partir de una rebelión contra la LOGSE, una esperanza de vida para nuestra civilización.

Les aseguro que en Irán tienen muchos problemas, pero con certeza nada parecido a la LOGSE. Si la importasen adquirirían muchos de los defectos de nuestro modo de vida sin ninguna de sus virtudes, que nacen más del pasado que del presente.

Tirso Lacalle

Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de julio de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.