Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de julio de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.
Se ha hablado mucho en los últimos meses de la soledad del PP de Mariano Rajoy. No es habitual, ni tampoco agradable, que haya sólo un partido en la oposición. Tampoco es muy normal casi nada de lo que se está viendo en España desde marzo de 2004, con las grandes decisiones en manos de minorías fanáticas, sectarias y radicales, por obra y gracia de José Luis Rodríguez Zapatero.
Frente a eso, el PP no debería asustarse ni dar palos de ciego. Han aguantado bastante bien el primer año de oposición inesperada y seguramente inmerecida. Ahora tiene que centrarse en su trabajo, que es recuperar el poder para arreglar lo que otros estropeen.
«Centrarse», claro, como siempre, ahí está la clave. Un hombre que aún tiene mucho que decir ha sugerido su opinión. Manuel Fraga se pronunció el pasado jueves a favor de que el PP reconsidere su relación con la sociedad porque «el centro quizá se ha movido» y por eso el partido también tiene que moverse «para poner al día las ideas».
No le falta razón al veterano líder derechista. Un partido como el PP tiene que estar en el centro de la sociedad, es decir, ha de ser el referente político necesario de la parte más activa y dinámica de la comunidad nacional y popular, con la que debe tener un lenguaje y una imagen en común. Nada de nostalgias ni de miradas al pasado, por supuesto. Y nada de equivocarse con el significado de ese «centro».
Muchos se empeñan en los partidos tranversales cuando tal cosa no existe, aunque si es verdad que existen los votantes tranversales. La centralidad, de la que tantas veces hemos hablado en otros artículos, es la franja ocupada por la gran mayoría de españoles. Quitando las minorías marginales en las que se apoya Zapatero, la gente quiere cosas sencillas y fáciles de entender, y un parido como el PP debe estar al día de esas demandas.
Eso no supone un nuevo «viaje al centro», porque el centro de la sociedad que invoca Fraga -con razón- no es el centro político que algunos desearían. «Centrarse» no es renunciar a los principios y valores básicos y permanentes, sino llevarlos a la mayoría y hacerlos vehículo para satisfacer las demandas sociales reales. ¿Dónde esta esa franja de electores ahora? Donde siempre, esperando que haya políticos sin miedo y sin complejos que lleguen a ellos. ¿Se ha movido? No, ha crecido y madurado, como es lógico porque los años siguen pasando. ¿Es natural que un partido adapte su mensaje a los nuevos tiempos y modas marcados por los movimientos sociales? Es imprescindible que sepa hablar el lenguaje de la sociedad, sin confundirlo con rendirse a los dogmas y políticas del adversario -que no está en el centro, aunque cuente con los medios de comunicación para fingirlo- y sin transigir con los centristas profesionales, que son una capillita muy pequeña que genera más problemas que los que contribuye a resolver.
Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain
Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de julio de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.