Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de agosto de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.
¿Qué es un sindicato? Una organización destinada a defender un interés colectivo, en la práctica el de un grupo determinado de trabajadores. Antes de la LOGSE se estudiaba, y después de ella en algunos lugares se sigue haciendo, que las revoluciones ilustradas, liberales, prohibieron las agrupaciones gremiales y corporativas porque se consideraban perjudiciales para la libertad individual. En el siglo XIX los trabajadores asalariados encontraron en el sindicalismo la fuerza para mejorar sus condiciones de vida frente a los abusos del capitalismo. El marxismo y en menor medida el anarquismo convirtieron los sindicatos en instrumento revolucionario, destinado no a mejorar concretamente la vida de los sindicados, sino a fines que se consideraban más elevados. La lucha de clases, por ejemplo. Fruto de esa historia es el sindicalismo que convive con la LOGSE.
Los sindicatos ya no tienen metas revolucionarias, pero en los dirigentes y representantes de los sindicatos «de clase» se conserva aún la retórica izquierdista, igualitaria, rencorosa, y se mantiene viva la visión del mundo igualitaria y uniformista. El sindicalismo «de clase» proporciona hoy los mejores defensores de las bondades de la LOGSE, los enemigos del esfuerzo, de la disciplina y de la jerarquía. A palabras, estos sindicalistas creen que abandonar el espíritu de la LOGSE sería poco menos que volver a lo que sus ideólogos llamarían feudalismo.
Eso sí, hay en el sindicalismo de la LOGSE una contradicción importante. Cuanto más se defiende la Ley y más se critican sus posibles correcciones y alternativas -diversificación, itinerarios, pruebas externas, niveles objetivos- más lejos suelen estar de la pizarra y de la tiza. Muchos de los apóstoles de la LOGSE han huido del combate diario precisamente por vía sindical, liberados total o parcialmente de la docencia. Y así los sindicalistas revolucionarios se aproximan a los creadores de la LOGSE, que tenían un conocimiento bastante teórico de qué es un niño y un joven y de cómo funciona realmente un colegio y un Instituto. Entre tales autores y tales realizadores, así va la película.
Perlas sindicales de la LOGSE, número uno: en diciembre de 2004 el sindicato STEE-EILAS -izquierdista, progresista, euskaldún- afirmó que los problemas de integración y rendimiento del alumnado no se debían a tratarse de inmigrantes, sino exclusivamente a «situaciones socioeconómicas desfavorables». El fracaso escolar se debería así exclusivamente a «la clase social de procedencia»: la lucha de clases que el sindicato ya no se atreve a practicar la predican sus asalariados. Si han dado clase o les falla la memoria o no son honestos; pero si la realidad no coincide con la doctrina, peor para la realidad.
Perlas sindicales de la LOGSE, número dos: el mismo sindicato -en sintonía con todos los asimilables a él- ha reiterado su exigencia de que la Administración «investigue nuevas formas de acceso a la función pública». ¿Cómo se conjuga ese verbo? Eliminando la «precariedad que el colectivo de personal interino sufre en el desarrollo de su función docente» … creando funcionarios sin oposición o con una ficción de tal. ¡Todos caballeros! Si se tiene miedo a la excelencia y a la diversidad «por arriba» del alumnado, lógicamente se teme la jerarquización entre los docentes. Algo por lo demás muy humano si se estudia cómo llegó cada uno a ser docente. En esas manos dejamos a nuestros hijos.
Perlas sindicales de la LOGSE, número tres: un brillante racimo de sindicatos y organizaciones, entre los que estaban UGT y CCOO, pidieron en mayo de 2004 un aumento presupuestario en educación, para permitir «una mejora de las condiciones de trabajo de todas las personas empleadas en el sector de la educación» y la «integración de las personas con necesidades particulares, inmigrantes y refugiados». ¿Y la calidad? ¿Y los alumnos? Por lo demás ¿la calidad se consigue con más presupuesto?
Frente al sindicalismo LOGSE, la LOGSE ha tenido la gran virtud de potenciar una reacción igualmente sindical, aunque mucho menos visible y llamativa. Los maestros y profesores van agotando su paciencia, y en la medida en que no pueden huir de la batalla se lanzan a ella cada vez con más contundencia. Está naciendo, aquí y allí, un sindicalismo no ideológico, no político, profesional, centrado en el buen funcionamiento de la enseñanza española. Tiene ante sí y dentro de sí muchas dudas y algunas contradicciones, pero si encuentra su punto de unión en la denuncia del modelo LOGSE -y ahora LOE- como fuente no enmendable de los problemas los patriarcas sindicales en el poder van a tener que responder a unas cuantas preguntas pendientes. Tal vez hasta tengan que volver a dar clase.
Tirso Lacalle
Por Pascual Tamburri Bariain, 31 de agosto de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.