Rajoy vence a las encuestas: el centro no basta

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

A finales del verano se empezaron a publicar sondeos y encuestas de intención de voto. Dentro de ciertos límites la suerte parecía sonreír a José Luis Rodríguez Zapatero, pues el PSOE conservaba alguna ventaja teórica sobre el Partido Popular. En caso de elecciones generales esa mínima ventaja consolidaría el resultado electoral del 11 M, unida al apoyo parlamentario -pagado a cualquier precio- de la extrema izquierda y de los independentistas.

Pero el inicio del otoño ha rebasado todo lo anunciado y temido en intensidad, y ha dado al traste con las precarias y miopes previsiones del Gobierno. Zapatero se tambalea: y no es una buena noticia, sino una grana amenaza, porque en su debilidad es capaz de cualquier cosa con tal de conservar el poder que se le está escapando entre los dedos.

Una democracia moderna funciona cuando su sistema de partidos funciona, es decir cuando consiguen alternarse en el poder pacíficamente. Y en ese sentido nuestra democracia lleva más de un año funcionando mal, porque el PSOE ha diseñado un modelo totalitario de exclusión del PP, privándole de legitimidad y creando un nuevo régimen en el que sólo la izquierda pueda gobernar.

El mérito de que ese proyecto totalitario no haya triunfado aún, y de que Zapatero no haya arrastrado al país al desorden revolucionario, es de Mariano Rajoy. Tras la derrota de 2004 se reforzó la tentación centrista del PP, ese «centrismo» no consistente en situarse en el centro de la realidad social sino precisamente el opuesto, consistente en hacer política desde la derecha huyendo de sus principios permanentes, y dando por buenos, a cambio de legitimidad, los paradigmas culturales de la izquierda.

Un adjetivo para estos centristas: acomplejados. Un ejemplo histórico: la UCD. Su destino: hacer la política de la izquierda y ser despreciados por ella.

Por alguna razón España ha tenido la suerte de que Rajoy no sea de éstos, y de no dejarse llevar por ellos -numerosos en tiempos de arriolesca zozobra, florecientes villalobescamente en el PP, entreverados en FAES-.

Ernesto Galli della Loggia ya ha explicado que el centro ha sido en Europa el motor de las peores componendas, pues niega la alternancia, sustituyéndola por la apariencia de competición entre la izquierda y una semiizquierda. Una democracia necesita dos grandes fuerzas, divergentes en principios y en políticas, y a la vez -por esa mutua aceptación de la legitimidad- unidas en la defensa del interés nacional. El centro es contrario a los intereses del pueblo y del Estado; si Zapatero se hubiese encontrado frente a un «centro» sus planes habrían triunfado. Se ha encontrado con Rajoy. Y el país tiene una oportunidad de sobrevivir.

Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.