Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.
Un análisis imparcial de las elecciones de 2004 hacía probable el éxito de la coalición nacionalista Nafarroa Bai. La unidad de todas las fuerzas en un proyecto independentista -PNV, EA, Aralar, Batzarre- y la habilidad indudable del ideólogo de la operación -Patxi Zabaleta de Aralar- llevaban a esa conclusión. Era previsible que los nacionalistas vascos de Navarra obtuviesen representación parlamentaria en Madrid; y hoy Uxue Barkos es diputada en el Congreso, a pesar del reforzamiento de los grandes partidos por el «efecto 11 M».
No hubo, en 2004, «efecto Zapatero» en Navarra. Tal vez algunos votos se desviasen de UPN al PSOE, pero no se alteró ni la victoria foral de Mariano Rajoy ni la distribución de escaños. Sin embargo, en el ecuador de la legislatura la política del actual Gobierno nacional va a condicionar la política navarra.
En 2007, salvo un muy improbable terremoto, Unión del Pueblo Navarro con Miguel Sanz como candidato volverá a ganar las elecciones forales. Y los también regionalistas de Convergencia de Demócratas de Navarra, con Juan Cruz Alli, tendrán una pequeña pero tal vez decisiva representación. Sin embargo, si las elecciones se celebrasen hoy, podría formularse una coalición de «todos contra el centro derecha» que uniese a socialistas, comunistas y nacionalistas.
No es un juego porque Zapatero ha abierto la caja de los truenos de la reforma constitucional por el conducto autonómico: todo está en juego. Y más grave aún porque -ahí están los números- podría no ser el PSOE navarro quien liderase esa coalición.
El PSOE, a pesar de tener el poder en Madrid, no sube demasiado en Navarra. Y sin embargo la coalición de todos los nacionalistas, con ilusión y con la perspectiva de la legitimación de ETA vía tregua y de la aceptación de sus objetivos en la negociación, podría crecer hasta ser la segunda fuerza política en Navarra, lo que es confirmado por las encuestas y es el objetivo declarado de la coalición.
Con esa baza en la mano, los nacionalistas vascos podrían liderar la hipotética alternativa a UPN. De hecho, la pelea interna del PSN entre el secretario general Carlos Chivite, su predecesor Juan José Lizarbe, sus respectivos séquitos y las alternativas y jóvenes promesas que permanecen en la sombra es un juego de niños vista desde los objetivos a largo plazo perfectamente expresados por Patxi Zabaleta y desde el plan de negociación explicado por Arnaldo Otegi en Anoeta. El PSOE necesita a los nacionalistas para llegar al poder y el cálculo nacionalista es que cualquier dirigente socialista estará dispuesto a pagar el precio. Cuanto más débil, desde su punto de vista, mejor.
El interés de Navarra, en cambio, lleva hoy a desear un acuerdo entre PSOE y UPN, si ninguno de los tres partidos identificados con la identidad milenaria de Navarra puede gobernar solo. Y en ese contexto, a desear la mejor suerte a un PSN que abandonase sus adherencias nacionalistas. Si no es así, nos espera sólo una larga batalla para asegurar a Miguel Sanz la mayoría que Navarra, por España, debe dar a UPN.
Por Pascual Tamburri Bariain, 25 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.