Zapatero cuenta para todo con la tregua de ETA

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

El presidente del Gobierno maneja la idea de una tregua, ligada al Estatut, pensando sólo en su beneficio personal y de partido. La convivencia constitucional quedaría rota.

Son ya bastante más que rumores pero aún algo menos que un anuncio oficial: José Luis Rodríguez Zapatero cuenta con una tregua de ETA en dos meses, tal vez en torno a Navidad. La información al respecto es confusa, porque las mismas fuentes que coinciden en afirmar el hecho difieren en los plazos, en la intensidad y en las circunstancias de la tregua. Pero el presidente del Gobierno lleva unos meses actuando políticamente como si tuviese en sus manos esa carta.

Sólo así se explicaría razonablemente la relativa serenidad de Zapatero en el debate estatutario catalán, y su insistencia en que el Estatuto de Pasqual Maragall y de Josep-Lluís Carod Rovira, inspirado por él mismo, llegase a las Cortes en estas condiciones. ¿Por qué crearse tantos problemas con ese proyecto encubierto de reforma constitucional? Porque, por una parte, Zapatero actúa pensando que en el momento decisivo el ambiente en el Parlamento y en la calle «será otro» y podrá aprobarse sin cambios esenciales. Y porque, por otra, el nuevo Estatuto catalán, creando como ha explicado Mariano Rajoy un nuevo marco constitucional, legitimaría tanto una reedición del «plan Ibarretxe» como una tregua de ETA.

Una tregua de ETA se convertiría así en eje de la legislatura iniciada tras los atentados del 11 M. El cálculo de Zapatero -que no es necesariamente el de todo el PSOE- cuenta con los deseos de paz del pueblo español. Un Gobierno que llegase a las urnas con una tregua ganaría unas elecciones generales, porque la potencia mediática del PSOE ocultaría la trampa terrorista y la ruptura política inherente a tal tregua. Con esas bazas en las manos Zapatero podría soñar con la mayoría que ahora no tiene.

En el seno del PSOE una tregua sería devastadora para toda la oposición interna a Zapatero. Los «barones» y todos los disidentes con el Estatuto catalán tendrían que volver a callar, y las tesis de Zapatero, Maragall y Patxi López se impondrían: habría comenzado una «nueva Transición», incluyendo a todos los nacionalismos y todas sus peticiones, y excluyendo al PP.

El PP tiene ante sí, mientras prosiga la aproximación de Zapatero a ETA, una cuestión espinosa. Las consecuencias a medio plazo para el país, para la convivencia y para la verdadera paz serían incalculables; pero a corto plazo el deseo de paz puede arrollar al PP si no sabe hacer llegar a los españoles la idea clara de que se trata de una trampa en la que Zapatero estaría cayendo.

Los españoles, sin embargo, tienen más sensatez y realismo de los que Zapatero supone. El presidente del Gobierno maneja la idea de una tregua de ETA sin pensar en el precio, pensando sólo en su beneficio personal y de partido. No obstante, la gente de la calle es perfectamente capaz de ver en qué atolladero está metiendo Zapatero al país. Y si el PP lo explica, aún más.

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de octubre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.