Zapatero se enfrenta a Rabanera y a Sanz

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de noviembre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero plantea un cambio autonómico que es, en definitiva, un cambio en el régimen constitucional. Y la pregunta que los navarros y los alaveses se hacen es, sencillamente, qué va a pasar con sus fueros. Es decir, con su personalidad histórica. Dos españoles en concreto tienen en sus manos el porvenir de los dos «territorios forales» que nunca han dejado de serlo: el diputado general Ramón Rabanera en Álava y el presidente Miguel Sanz en Navarra.

Los fueros, «derechos históricos», son, como la existencia de la nación soberana, un presupuesto de la Constitución. Aunque en el PSOE-PSC esto no esté demasiado claro, las cosas son así: la Constitución existe y se promulgó porque previamente había una nación de la que emana la ley suprema; así que la nación no existe porque lo diga la Constitución, sino al revés. Del mismo modo, los fueros existen antes que esta Constitución y que todas las anteriores; como los fueros y la Constitución proceden de una única realidad superior y preexistente -España- se encontraron fórmulas ágiles para hacerlos compatibles.

¿Qué piensa hacer el actual presidente del gobierno con los fueros de alaveses y navarros? En su programa electoral se preveía una reforma limitada de la Constitución, en aspectos muy concretos que requerirían el consenso del Partido Popular y que en todo caso afectan exactamente igual a todos los españoles. Pero la «vía estatutaria» abierta por Pasqual Maragall tras el fallido intento del «plan Ibarretxe» sí hace distinciones.

Zapatero se ha comprometido a una serie de reformas autonómicas que, en los deseos de los nacionalistas que lo mantienen en el poder, deben implicar la desigualdad entre los ciudadanos y las regiones españolas. Y en el caso concreto de los nacionalistas vascos se plantea la inmersión de la provincia foral de Álava y sobre todo de la Comunidad Foral de Navarra en una nueva «nación».

Muchos navarros tienen la impresión de que su destino se está negociando y decidiendo fuera de Navarra. Álava ya vivió hace treinta años algo así. No hay pues razones para una pasiva tranquilidad. Si Zapatero quiere convencer a alaveses y navarros de su respeto debe comprometerse a no modificar unilateralmente las circunstancias actuales. Pero el presidente necesita la negociación con ETA, y eso pasa por Vitoria y por Pamplona, como saben perfectamente Rabanera y Sanz.

Ambos defienden un espacio propio de libertades, dentro de España y demostrando la lealtad que otros temen. Y esa misión institucional, encomendada por la historia y por la gente, está creando una imagen de intransigencia de los dos en los medios «progresistas». La realidad es diferente, pero si se trata de defender la verdad y los intereses de los ciudadanos lo de menos es que se enfade Jesús de Polanco o José Luis Rodríguez Zapatero.

Por Pascual Tamburri Bariain, 22 de noviembre de 2005.
Publicado en El Semanal Digital.