Putin explica a Zapatero cómo se hacen las cosas

Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de febrero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

Zapatero se fotografía sonriente junto a Putin, que por su parte se niega a negociar con terroristas, emplea contra ellos todos los medios y refuerza con energía la autoridad del Estado.

Vladimir Putin, el presidente de la Federación Rusa, llegó ayer miércoles a Madrid y se entrevista hoy con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Rusia es un gran país europeo con muchos puntos en común con España y con muchos intereses estratégicos compartidos. Como Putin ha explicado antes de llegar a La Moncloa, nuestras relaciones políticas y económicas son buenas y pueden mejorar más; pero no cabe imaginar dos gobernantes más diferentes que Putin y Zapatero.

Putin es un hombre muy discutido y preside un país con enormes problemas. Rusia es, geográficamente, la mayor democracia del mundo, pero su economía y sus instituciones viven aún lastradas por la herencia del comunismo. Putin es acusado de no respetar los derechos humanos y de ser un populista autoritario. Ciertamente la economía rusa funciona mejor que con Boris Yeltsin, y Rusia vuelve a ser una potencia respetada en el mundo; pero Putin tiene aún muchas asignaturas pendientes para poder decir que su país es una democracia sólida y moderna. Sin embargo, sus declaraciones a distintos medios de comunicación españoles -incluyendo «El País»- antes del viaje deben considerarse en su doble lectura nacional e internacional. (http://www.elsemanaldigital.com/arts/45657.asp)

Putin cree en la necesidad de un Estado fuerte para solucionar los problemas de su país. No se trata de restringir la libertad económica, sino de garantizar la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y la vigencia implacable de ésta en todo el territorio nacional. «Cuando se debilita el Estado, se produce la corrupción». Para Putin «reforzar el Estado no significa reforzar el aparato represivo, sino la capacidad de adoptar las leyes que la sociedad necesita y de ponerlas en práctica». Un Estado vigoroso contra los separatismos locales y la corrupción de ciertas regiones, que imperaba en la Rusia inmediatamente posterior a la disolución de la URSS. Para el presidente, era inaceptable que por debilidad estatal los caciques regionales «hacían que el Parlamento aprobara las leyes que les eran ventajosas a ellos y no a la sociedad, y luego influían en su cumplimiento».

Para Putin, una garantía de la seguridad y de la libertad es que las penas de los criminales se cumplan rigurosamente. «La cárcel no es una residencia de descanso (…) El que está condenado por los tribunales no elige el lugar de reclusión. Eso lo hace el Ministerio de Justicia». Putin sacaba así conclusiones de la rigurosa situación en la que vive por ejemplo Mijaíl Jodorkovski, que fue el empresario más rico de Rusia y que, detenido por corrupción, ha visto sus bienes incautados y cumple su condena en una prisión de Siberia, donde sigue habiendo trabajos forzados. Como delincuente y enemigo del Estado, «debe someterse al orden existente».

Vladimir Putin se niega absolutamente al diálogo con terroristas. «Cualquier conversación con los terroristas debilita al Estado y les fortalece. (…) No mantenemos conversaciones con quienes tienen las manos manchadas de la sangre de los ciudadanos rusos, pero damos la posibilidad de participar en las actividades políticas a los representantes de la oposición (…) que no estén mezclados en asesinatos, que no sean criminales.»

José Luis Rodríguez Zapatero ya se ha referido a Putin como «amigo» y «aliado». Sin embargo, teniendo en cuenta la política de Putin al frente de Rusia, habría que pensar qué tipo de amistad puede mantener con él el secretario general del PSOE, mientras se dictan normas que crean desigualdades y privilegios entre los ciudadanos, mientras se libera a los terroristas y a la vez se negocia con ellos. A Zapatero no le gusta mucho la política exterior; pero podría aprender algunas cosas de Putin, ya que ha venido a España.

Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de febrero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.