La memez de la semana: «no hay paz con vencedores y vencidos»

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de febrero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

Se ha puesto de moda hablar de vencedores y de vencidos. Lo ha dicho el mundo de ETA. Lo ha dicho el PNV. Lo ha repetido, cosa más importante, el presidente del Gobierno, el mismo José Luis Rodríguez Zapatero para el que sólo importa el dolor de una guerra que perdió al parecer su abuelo hace un siglo. Pero la primera en hablar en esos términos falaces fue Uxue Barkos, la diputada de Nafarroa Bai en las Cortes Generales. Y esta frase, de apariencia políticamente correcta, en realidad resume tanto las intenciones del nacionalismo vasco como -en este momento- la responsabilidad política y moral de la izquierda, que a través del PSOE nos gobierna.

La paz es un bien en sí misma. Pero la paz no es sólo la ausencia de violencia, sino el resultado del orden, el fruto de la justicia; no hace falta citar a los clásicos para comprenderlo, basta pensar fríamente en las cosas. Mientras persista la injusticia, mientras no se haga completa justicia y se restablezca el orden roto, no puede haber paz, ni en Navarra en particular ni en España en general. Y esto es lo que Nafarroa Bai no puede asumir.

Por supuesto que la paz se construye con vencedores y con vencidos, porque ante la injusticia, el crimen, el desorden y la mentira no todos estamos al mismo nivel. La paz, para ser verdadera paz, es el resultado de una victoria de la verdad sobre la falsedad, de la ley sobre el delito, del bien sobre el mal. Y si por «paz» se nos pretende vender el producto adulterado de una negociación secreta, que incluya por igual a víctimas y a verdugos, no habrá verdadera paz, sino la imposición de una falsedad.

Esto es especialmente grave para Navarra, porque el precio de la «paz» de ETA implica la afrenta para las víctimas de la liberación de los asesinos, la ruptura del orden constitucional con la creación de nuevas naciones pretendidamente soberanas pero, sobre todo, la tremenda injusticia histórica de la entrega de Navarra. Navarra, los navarros con su identidad milenaria, quedaría a merced de los que afirman su pertenencia a una nación diferente de la española. Esa no sería nuestra paz.

Los navarros queremos, es claro, la paz. Y la paz implica que venzamos a los enemigos de la convivencia; y habría paz, pero sería -como son casi siempre las paces- con vencedores y con vencidos. Sólo después de vencida la lid se podría pensar en perdona, y nunca en disculpar, a quienes militaron junto a la mentira y el crimen. En eso está la verdad de la cuestión para los navarros, y afortunadamente en torno a ese punto de vista hay hoy una mayoría sólida en Navarra.

El problema es, más bien, que José Luis Rodríguez Zapatero ha abundado en una opinión parecida a la de Barkos, al explicar a los españoles que «el dolor causado por ETA no puede sesgar la esperanza de paz». Es decir, que Zapatero cree que la paz consiste en la inactividad de ETA; y esto, además de ser un error en sí mismo, supone asumir las ideas nacionalistas. Asunto peligroso para Navarra, que nos convierte hoy en el centro de la política nacional, porque Zapatero quiere una tregua y ETA quiere Navarra. También ETA que haya vencedores y vencidos: su victoria implica nuestra derrota colectiva.

La cosa es grave, realmente, porque la verdadera paz no puede tener ningún precio a costa de la justicia. Si se obtiene alguna forma de interrupción de actividades de la banda terrorista todos nos alegraremos; pero si el precio es la impunidad de quienes han matado a tantos en nombre de un proyecto político no habrá paz, sino una puerta abierta a que quien quiera conseguir objetivos ilícitos piense en seguir el camino de ETA. Queremos la paz, pero si Navarra es directa o indirectamente puesta a disposición de quien ignora el pasado y la libertad de los navarros, no habrá auténtica paz, sino el inicio de un nuevo y más enconado conflicto. Queremos la paz, pero no al precio de llamar «esperanza» a la peor amenaza para Navarra, España y la democracia que se ha conocido en décadas. Vista la predisposición de todo el nacionalismo vasco y del actual Gobierno de Madrid, sólo Navarra se interpone entre nuestro pueblo y el desorden civil.

Por Pascual Tamburri Bariain, 24 de febrero de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.