Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.
ETA no abandona la violencia, ni ha dejado de actuar, ni renuncia a ninguno de sus objetivos -autodeterminación, liberación de presos, entrega de Navarra. Zapatero se equivocaba.
La banda terrorista ETA sigue marcando el ritmo de la política española. Una entrevista con dos dirigentes encapuchados del grupo criminal, publicada en el diario nacionalista «Gara», ha revelado los términos precisos en los que se está desarrollando lo que el Gobierno de España insiste en llamar «proceso de paz». Y han salido a la luz las imprecisiones, olvidos y falsedades que el Ejecutivo ha suministrado a los ciudadanos españoles en los últimos meses. Según la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega «el Gobierno no comenta las opiniones de ETA», pero sería más exacto decir que sólo las comenta como y cuando le conviene.
ETA ha negociado con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero antes de declarar su «alto el fuego». Zapatero y el actual ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, lo han negado una y otra vez, antes y después del comunicado de ETA. ETA pide al Gobierno que cumpla sus compromisos, y sólo tienen compromisos dos partes que han hablado entre sí previamente.
La banda terrorista no ha cambiado de objetivos, no ha renunciado a ninguna de sus metas y no está dispuesta a discutir más que los modos y los tiempos de las concesiones políticas. ETA quiere la autodeterminación, la liberación de sus presos y la anexión de Navarra, y acepta ahora negociar por partida doble cómo y cuándo obtener todo. Pero en dos meses de «alto el fuego» el Gobierno ha afirmado sin ningún fundamento que podía acabar ETA sin ninguna concesión política.
La tregua no es total. ETA sigue chantajeando a empresarios vascos y navarros, contra lo que afirmó Zapatero. Para ETA «la lucha de liberación continúa» y tienen «necesidades, incluidas las económicas». Las cartas sí fueron de ETA y sí fueron posteriores al «alto el fuego», como desde un principio dijo el presidente navarro Miguel Sanz. Los atentados de Guecho y de Barañain no son obra de comandos de la banda, pero sí de simpatizantes vinculados a ella.
La tregua no es irreversible. ETA se prepara para actuar si es necesario, y los informes del Ministerio del interior francés hablan de comandos operativos, dinero y armamento, aparte de más de cien reclutas sacados de la violencia callejera y en proceso de entrenamiento como terroristas en Francia. ETA está dispuesta a volver a matar si el «proceso» se desvía de lo previsto por ellos, lo han reconocido implícitamente y los subordinados de Nicolas Sarkozy han puesto cifras y datos que no pueden negarse.
ETA quiere el protagonismo político del «proceso», y aprovechar de paso para saldar viejas cuentas con el PNV. ETA ve al alcance de la mano los objetivos comunes del nacionalismo, y recuerda con dureza que la posición de Zapatero no es fruto de la política de Juan José Ibarretxe, sino de las «acciones» de la banda. El presidente autónomo vasco ha dicho que «hablar de política corresponde a los partidos», y es que, efectivamente, las «dos mesas» exigidas por ETA dejan al PNV parcialmente marginado. Así que ni siquiera la independencia garantizaría la paz en el País Vasco.
Los etarras confían en que Zapatero, necesitado de un éxito político y definido por ellos mismos como «débil», terminará cediendo a sus exigencias. ETA ofrece a Zapatero un acuerdo que garantice territorialidad y autodeterminación, pero que permita al PSOE ofrecer una imagen adecuada para ganar las siguientes elecciones generales. El Gobierno pone el contenido político, y ETA estaría dispuesta a facilitar las formas. Millones de españoles viven con esperanza esta situación, y el Gobierno debe hacer todo lo posible para satisfacer los anhelos de la gente. Pero no debe confundir paz con rendición del Estado, porque eso no cabe dentro de nuestra convivencia constitucional.
Por Pascual Tamburri Bariain, 15 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.