Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.
El presidente de la AVT y el de Navarra tienen en su mano lo que Zapatero necesita para pactar con ETA. Les esperan ataques insidiosos por no rendirse.
No nos engañemos: hay españoles que están contentos con eso que Zapatero y Otegi coinciden en llamar «el proceso de paz». Bien sabemos que sobran argumentos racionales para demostrar que el proceso, o lo que sea, no es de paz, sino de sedición contra la libertad. Una mutación revolucionaria, de común acuerdo, en la que una parte espera obtener sus objetivos de toda la vida y la otra -el PSOE de Zapatero- aspira a crear un nuevo régimen que lo eternice en el poder.
Y como están contentos, están dispuestos a pagar el precio. Vera viajó a Argel y Arriola viajó a Zurich, es cierto, pero quienes los enviaban no quisieron pagar el precio de ETA, y no hubo «proceso». José Luis Rodríguez Zapatero sí quiere. Está satisfecho de las perspectivas, y no considera excesivo lo que ETA pide.
Hay, eso sí, un pequeño problema para las dos partes negociadoras, y no importa si es en una, dos o media docena de mesas. Un viejo aforismo decía que «no se puede dar lo que no se tiene», y esto en sustancia sigue siendo verdad, incluso si en el PSOE prevalecen los que nunca han creído en la propiedad privada (de los demás). Pues bien, ETA pide unas cuantas cosas, varias de las cuales no son de Zapatero ni está en su mano regalarlas alegremente. ETA pide la liberación de sus asesinos y la autodeterminación de su entelequia previa, ay, la sumisión de Navarra. En realidad las exigencias nacionalistas, en detalle, son mucho más minuciosas, pero básicamente la factura de la revolución zapaterista es esa.
Y Zapatero ahora mismo no puede pagar. Entre Zapatero y Otegi sólo se interponen la dignidad de las víctimas del terrorismo, que la izquierda desprecia, y la entereza de los navarros, que la izquierda odia. Para poder satisfacer a la ETA Zapatero necesita pasar por encima de las víctimas, en cuya postura se resume la resistencia de los vascos inmunes al nacionalismo y la perplejidad de los españoles orgullosos de serlo. Mientras las víctimas estén ahí y sean recordadas será muy difícil soltar a los criminales o pagar un precio por sus crímenes. Y por supuesto, Navarra es un bocado difícil de masticar o de engullir, porque no se deja.
Las víctimas por una parte y Navarra por otro están siendo tratados sin considerar su voluntad ni su identidad. El culpable de eso no es Arnaldo Otegi, ni los nacionalistas, que dicen claramente qué quieren. El responsable es José Luis Rodríguez Zapatero, que en último extremo está dispuesto a pagar «como sea» .
A quién teme y a quién no teme Zapatero
Las víctimas del terrorismo -que no son sólo las de ETA- tienen hoy un rostro y un nombre, Francisco José Alcaraz, que pese a todas las maniobras del Gobierno y del PSOE sigue siendo el único representante de ese colectivo. Miguel Sanz aún tiene por delante una etapa difícil, en la que tiene que esperar por parte de Zapatero todo tipo de maniobras para que deje de ser lo que hoy es: el máximo representante de Navarra y de los navarros. Alcaraz ya superó una encerrona electoral, pero a Sanz le queda por delante la convocatoria de elecciones de mayo de 2007, en las que reside la clave futura del «proceso» .
Zapatero teme a Alcaraz y a Sanz, porque desea lo que ellos tienen para poderlo entregar a la ETA. Zapatero quiso apartar «como fuese» a Alcaraz, y quiere ahora hacer lo mismo con Sanz, «como sea», por las buenas o por las malas. Alcaraz y Sanz están unidos y deben estar atentos, ya que el destino de la Navarra foral y española y el de las víctimas del nacionalismo armado están también unidos. Han resistido, van a seguir resistiendo y pueden vencer pese a la potencia de la coalición antiespañola. Por eso Zapatero los teme.
Zapatero en cambio no teme como obstáculo la Constitución de 1978. El presidente, en Cataluña, ya ha demostrado que se pueden romper los principios constitucionales respetando la letra de las leyes vigentes. Una defensa meramente jurídica de la unidad nacional, de la dignidad de las víctimas y de la identidad de Navarra será técnicamente muy brillante, pero no puede detener a Zapatero. Él y Otegi no tienen ningún miedo de los hombres de leyes ni de los analistas electorales de bolsillo, sino de la gente normal de la que salen y a la que representan muy bien Sanz y Alcaraz.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de mayo de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.