Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de junio de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.
Enfrentarse de nuevo a la Iglesia, como quieren Cuesta y López Garrido, sería algo peor que una injusticia del PSOE: podría ser un error político de incalculables dimensiones.
Faltan apenas diez días para la visita oficial del Papa Benedicto XVI a Valencia para clausurar el Quinto Encuentro Mundial de las Familias. Se trata de uno de los primeros viajes del Pontífice fuera de Italia, y del primero a España. Un acontecimiento que no sólo es significativo para los católicos españoles, sino también para las mismas instituciones públicas, ya que el nuevo curso de la política exterior desde la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero no ha facilitado precisamente la afluencia de estadistas internacionales de primer nivel.
Precisamente uno de los aspectos más esperados de la vista papal será la audiencia concedida a Zapatero, la primera en absoluto. Don Juan Carlos y doña Sofía, el presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, y el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ya conocen a Joseph Ratzinger. La entrevista con el presidente del Gobierno se consideraba un gesto de distensión, tras la ofensiva laicista de los dos primeros años de la legislatura, que cabía unir al gesto amistoso de designar como embajador ante la santa sede al católico socialista Francisco Vázquez.
Pero ayer lunes la distensión se eclipsó, y el PSOE mostró en Madrid su programa más anticlerical y laicista. En el Congreso de los Diputados el portavoz del Grupo Socialista Diego López Garrido y el secretario de Libertades Públicas del PSOE Álvaro Cuesta organizaron un seminario «laico» en el que se propuso caminar hacia un Estado anticlerical en España.
Cuesta ya ha planteado en anteriores ocasiones el programa del PSOE en esta cuestión: se trataría de imponer la «laicidad», entendida no ya como aconfesionalidad del Estado sino como total exclusión de lo religioso de la vida pública. El representante socialista considera que se puede avanzar hacia ese objetivo desde la actual situación, suprimiendo las relaciones institucionales entre la Iglesia y el Estado, obviando los actuales acuerdos económicos, educativos y jurídicos. En su momento también la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega abogó por la completa supresión de la financiación de la Iglesia desde el IRPF. Recientemente el Grupo Federal de Laicidad y Libertad de Conciencia del PSOE ha retomado esas iniciativas.
Cuesta y López Garrido creen en «la laicidad como marco para la libertad», sin tener en cuenta que la libertad religiosa es también una parte de la libertad, y que en España existen normas de rango superior que defienden la vigencia social del hecho religioso.
La Constitución de 1978 define un estado aconfesional, es decir, que no discrimina por razones de fe; pero excluye expresamente una normativa laicista, porque los constituyentes valoraron positivamente el hecho religiosos y lo tutelaron tanto en lo privado como en lo público. España no es institucionalmente católica, pero nuestra democracia conoce, reconoce y tutela todas las religiones, especialmente la que históricamente y socialmente es mayoritaria y ha definido nuestra personalidad.
El laicismo de buena parte de la izquierda española supondría un retorno a la confesionalidad del Estado, confesionalidad antirreligiosa en este caso, y anticatólica por más señas, como la que se apunta en muchas actuaciones del Gobierno. Es una postura respetable, pero inconstitucional, además de basada en varias falacias. Por ejemplo, conviene recordar que el Estado no financia el catolicismo, sino que los católicos deciden libremente el destino de parte de sus impuestos, dedicándolos en su caso a la Iglesia.
La postura de Cuesta, y de sus seguidores, no debería ser la postura del Gobierno. El Gobierno puede no ser católico, y puede incluso no tener católicos en su seno; pero haría mal en enfrentarse a los millones de católicos españoles y a los obispos. Sería algo peor que una injusticia: sería un error político de dimensiones incalculables.
Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de junio de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.