Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de junio de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.
La falta de firmeza en las relaciones con los terroristas no es nunca rentable más que para los mismos terroristas. Israel está dando una lección de entereza que Zapatero puede aprender.
El pasado domingo, tras un enfrentamiento armado entre el Ejército de Israel y un grupo organizado de palestinos, varios soldados hebreos murieron y uno resultó secuestrado por los agresores. El combate y el secuestro tuvieron lugar en territorio judío, cerca de la franja de Gaza. El grupo islámico Hamas y otras dos organizaciones terroristas reivindicaron la acción y exigieron la liberación de 500 menores de edad y mujeres palestinos detenidos en cárceles y campos israelíes a cambio de la liberación del secuestrado
Israel espera conmovido la suerte de Guilad Shalit, el soldado secuestrado. El primer ministro israelí Ehud Olmert se ha negado a cualquier negociación o concesión, aun sabiendo que está en riesgo la vida de uno de sus ciudadanos, y ha explicado que «esto es un asunto de derecho básico, respetar las leyes básicas de la decencia de la comunidad internacional». El terrorismo, por definición y sin excepciones, no es un mecanismo aceptable de acción política.
La experiencia indica, además, que la falta de firmeza en las relaciones con los terroristas no es nunca rentable a largo plazo más que para los mismos terroristas. Ceder al chantaje puede ser cómodo para un político débil, pero convierte en debil al Estado al que ese político está obligado a servir. Imaginemos por un momento que José María Aznar hubiese cedido en 1997 ante las exigencias de los secuestradores de Migue Ángel Blanco. Probablemente hoy el joven concejal de Ermua estaría vivo, pero a cambio la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y la misma España sobre la que se sustentan todos ellos estarían bastante más debilitados.
Olmert hace lo correcto, aunque sabe que será difícil de explicar a los familiares del soldado secuestrado Esto no convierte en buenas todas sus decisiones, ni la política israelí en su conjunto, ni hace malas las razones del pueblo palestino. Pero esas razones, que existen y son indudables, no pueden servir de excusa para el terrorismo. Tampoco la violencia israelí, en sus formas históricas más crueles, es excusa suficiente para un secuestro y un chantaje de esta naturaleza. Una buena causa puede defenderse con los mejores argumentos y, cuando estos no sean aceptados, por una guerra incluso. Pero el terrorismo y los secuestros, están fuera de las leyes de la guerra y son incompatibles con la convivencia civil.
También está excluida la debilidad de los gobernantes. Ehud Olmert ordenará la invasión de Gaza si los palestinos no devuelven al soldado secuestrado, y tratará de rescatar por la fuerza a su ciudadano. Un Estado deriva su legitimidad de su capacidad de garantizar el orden y la seguridad a los suyos. Un Estado que renunciase a la fuerza y aceptase negociar con chantajistas entregaría a éstos su propia legitimidad.
Es notable que esta excepcionar escalada en la tensión de Oriente Medio tenga lugar cuando la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha sido invitada por el presidnete de Israel a visitar oficialmente el país en conmemoración de veinte años de relaciones diplomáticas entre los dos países. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, una de cuyas principales bazas era su conocimiento de la situación medioriental, no ha acertao en cambio a definir nuestra postura en esta crisis. Pero españa tieen allí una lección que aprender.
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de junio de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.