ETA exhibe «soldados» y Zapatero los considera «prisioneros de guerra»

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de septiembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.

Navarra y el País Vasco están en estado de guerra. Sé que suena muy incorrecto, pero una parte notable de nuestra población lo cree. Y lo más importante es que entre los que piensan así están los que más razones tienen para pensarlo, los que desde el nacionalismo vasco desafían la legitimidad del Estado y se consideran en guerra con él. El mundo abertzale cree en la existencia de otra nación, a la que llama patria, para la que proyecta otro Estado y en cuya defensa ensalza la figura de los que califica como «soldados». Nuestro Código Penal los llama terroristas, y los castiga teóricamente como tales, pero muchos vascos y navarros, y por supuesto el mundo de ETA, razonan en términos de guerra. Negarlo es negar la evidencia.

Evidencia que se está afirmando, para vergüenza que quienes han querido reducir este grave problema nacional a un mero chalaneo de mercachifles o a una delincuencia residual. Las juventudes de ETA, que actúan libremente en la España de Zapatero, llevan una semana celebrando en nuestras calles el Gudari Eguna, el Día del Soldado. A ver cómo nos explica Rubalcaba ahora que se van a rendir, después de una arenga patriótica y de impunes disparos al aire con armas de guerra. «La lucha de los gudaris ha abierto las puertas a la libertad y en ese mismo camino deberemos trabajar y luchar en adelante porque sólo el camino de la lucha alumbrará la libertad para Euskal Herria»: no parece una rendición, la verdad. Tal vez don Fernando Puras, que dicen que sabe mucho de Derecho, nos lo pueda explicar mejor.

Los de ETA no mienten, según la conocida «doctrina Rubalcaba» sobre el 11-M. Así que tendremos que creer lo que dijeron en Oyarzun, fusil en ristre: «El Gudari Eguna no es para nosotros una fecha para mirar atrás. Al contrario, con el ejemplo de los compañeros de lucha en la memoria y aprendiendo sobre el camino recorrido, este día tiene que servir para afianzar la lucha de hoy y mañana». Será que la lucha, a la que ellos llaman guerra, va a seguir. Igual eso explica por qué siguen organizándose y armándose, y por qué la violencia callejera domina de nuevo ciertos barrios y ciudades.

Desde el punto de vista de ETA, que es quien tiene las armas y el único bando dispuesto a combatir una guerra, sólo habrá paz con la victoria, es decir con la liberación de los presos -para ETA son «prisioneros de guerra»- que Zapatero prepara con la construcción de la nueva cárcel en Pamplona. Poco sorprendente en él.

Son delincuentes, pero confieso que los etarras y más aún sus militantes jóvenes y mayores me merecen cierto respeto. Proclaman orgullosos que creen en una patria, que hay una nación que les importa más que sus intereses egoístas, y que incluso están dispuestos a morir por eso. Ustedes y yo sabemos que los fundamentos históricos de esa patria no existen, que esa nación es fruto de una invención reciente, y que de momento los terroristas han matado en general hombres, mujeres y niños indefensos, no precisamente en combate limpio. Pero en su postura hay un idealismo, un riesgo que por lo menos respeto. No puedo decir lo mismo de quienes están dispuestos a rendirse sin combatir en la guerra que ETA dice que quiere vencer.

El nacionalismo mata, pero a la vez ofrece a algunos jóvenes un patriotismo por errado que sea; si Patxi Zabaleta dijese de su verdadera patria, España, las cosas que dice de su inexistente patria, Euskadi, sería admirable. Otros colaboran en las muertes, o quieren ahora beneficiarse de ellas, o defecan en las tumbas de quienes murieron por España, o se acomplejan en la lucha sin ofrecer algo igualmente atractivo a una generación sin ilusión. Para esos otros, seguros vencidos de esta guerra venza quien venza, mi más cordial desprecio. Más aún que a ETA.

Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de septiembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.