Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de noviembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.
El otoño avanza, las elecciones se acercan, los grandes partidos ya tienen sus candidaturas encabezadas y se ha dado en llamar todo esto, por extensión, «comienzo de curso». Pero mientras en el mundo de los políticos los tiempos se aceleran y se prevé un largo cuerpo a cuerpo hasta mayo, el verdadero comienzo del curso aún está teniendo lugar. Cientos de miles de alumnos y de docentes, todas las comunidades escolares, acuden cada mañana a los centros de enseñanza sin saber qué traerá el porvenir. Y el curso 2006-2007 es decisivo, porque en él tendrá lugar la transición a la nueva Ley Orgánica de Educación.
Zapatero llegó al poder prometiendo cambios en el sistema educativo, y esos proyectos quedaron plasmados durante el curso pasado en una nueva Ley. En definitiva el nuevo Gobierno socialista trataba de dar su solución a los problemas reales y evidentes de nuestra enseñanza, y a la vez de restaurar los principios ideológicos de izquierdas impuestos a todos a partir de las leyes de época de Felipe González, que el PP en realidad no tocó más que muy superficialmente. Ideologías aparte, en este noviembre están emergiendo en las aulas muchos problemas pendientes, y esperamos de Mercedes Cabrera al frente del sistema unas respuestas que no está dando. Las grandes teorías no valen, y en realidad lo que cuenta es si el sistema funciona o no, y dónde están sus fallos.
La selección y la preparación de los docentes deben ser objeto de particular atención y cuidado. Vocación, conocimientos y capacidad docente son los requisitos para crear y transmitir el saber, y no se adquieren de un día para otro. Si atribuimos a las escuelas e institutos la misión de formar hombres y mujeres la sociedad debe tener las garantías de que los encargados de tan alta misión, por delegación de las familias en primer lugar y del Estado subsidiariamente, estamos a la altura de las circunstancias.
Puede parecer presuntuoso dar una importancia central a maestros y profesores. Pero día a día hemos visto cómo se exige a los docentes el desempeño de tareas que ni las familias, ni la sociedad civil, ni otras instituciones públicas quieren o pueden acometer. Además, entre docentes y alumnos hay, al menos hasta los 16 años, una diferencia esencial: nuestros alumnos vienen a las clases obligados, mientras que nadie está obligado a enseñar. Como se decía antes, busquemos vocación, conocimientos y capacidad.
Sería relativamente fácil evaluar la adecuación de los conocimientos y de las capacidades de los maestros y profesores, aunque por razones políticas y sindicales nadie se va a atrever a lanzarse a semejante evaluación en año electoral. Antes o después, sin embargo, los alumnos lo exigirán, y tendrán razón, y las familias lo pedirán, y tendrán derecho; cuando llegue ese día habrá más de una sorpresa. Pero aún no lo vamos a ver.
El curso 2006 – 2007 debería ser, en cambio, el año de la vocación docente. Es un problema grave la falta de respeto y la serie de agresiones a docentes; pero es el fruto natural de una educación, de un sistema y de una sociedad. A falta de impedir la degeneración del modelo familiar, la solución deberá venir de maestros y profesores. Hay que cambiar cosas. La rutina, la desidia, la nostalgia de lo que nunca fue y en todo caso nunca volverá a ser, la murmuración, el menosprecio de los alumnos (rústicos o modernos, son nuestra materia prima y no son peores que nosotros), el exceso de atención al boletín oficial, los tumultos en los claustros, la subordinación de todo a la nómina, la permanencia cronometrada en los centros y la cuenta atrás de los días que quedan de curso son otros tantos síntomas de falta de vocación docente. Mientras aún no sabemos si Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo terminará la legislatura de Zapatero, sería bueno que nuestras comunidades se dedicasen a recuperar o crear verdaderas vocaciones docentes. Por poco que se consiguiese, eso haría memorable este curso de transición.
Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de noviembre de 2006.
Publicado en El Semanal Digital.