Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de marzo de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
La decisión de boicotear a Prisa por parte del Partido Popular es lo más importante que le ha pasado a la derecha española desde hace 30 años. El grupo de comunicación de Jesús de Polanco es el poder fáctico por antonomasia. Pero se ha roto el miedo reverencial. Y ya no reparte patentes de democracia.
La libertad de expresión, en una democracia, es un requisito básico. Sin «luz y taquígrafos» para todos la libertad es pura teoría, papel mojado. Y si la comunicación está en unas solas manos -un monopolio- o en un reducido círculo -un oligopolio- la democracia formal se habría convertido en una dictadura virtual, al servicio de las ideas y hasta de los caprichos de quien tenga el poder. ¿Quién dijo que fuese el cuarto? En determinadas circunstancias puede ser el primero.
La semana pasada Polanco hizo públicos y explícitos sus deseos respecto al centroderecha: el dueño de media comunicación española despachó como «franquista» e indeseable al PP de Mariano Rajoy, y expuso con voz de mando sus deseos para el futuro. Polanco quiere, además del PSOE al que protege, una derechita domesticada y sumisa, eterna «leal Oposición». Tiene, desde luego, total derecho a pensar como le venga en gana, porque para eso es ciudadano de una España constitucional; pero no tiene derecho, por su relevancia pública y su poder en el sector, a discriminar al partido que representa hoy al menos a diez millones de españoles.
No es la primera vez que Polanco habla y actúa en este sentido. No hay de qué escandalizarse, y menos en un PP en el que durante décadas ha habido de verdad muchos complejos, y donde no ser muy maltratado por «El País» era lo más deseado. Menudo síndrome de Estocolmo, en algunos casos. No nos olvidemos de que Polanco ha recibido algunas de las mayores prebendas no en su franquismo originario ni en su felipismo de adopción, sino durante el aznarismo (dicen en Castilla que «el que echa pan a perro ajeno pierde pan y pierde perro»). A cambio de nada.
Y hete aquí que precisamente don Mariano Rajoy rompe de un plumazo ese esquema y además pasa al ataque, pues el PP acusa ahora a los medios de Polanco de sectarios, dependientes, no objetivos y no veraces, y les planta. Rajoy se ha hartado de ser sumiso, porque es hombre de prudencias pero no de miedos, y ante la prepotencia de Prisa lo prudente es sacar los colores al jefe del clan y a sus agentes más cualificados. Aceptar resignadamente la discriminación por parte de un empresario engordado con medios públicos no ha suavizado la discriminación. Por lo menos, en el PP conseguirán que no se rían de ellos y que no hagan negocio a su costa. Eso sí, cuando vuelvan al poder que tomen nota.
Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain
Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de marzo de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.