Euskal Herria

Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de abril de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Navarra es una región de España, un resultado muy peculiar de nuestra historia en común. Es una realidad, no sólo en el presente, sino también en el pasado; y en eso se diferencia de la Euskal Herria que los abertzales ofrecen como proyecto de futuro. Ni existe hoy ni tiene raíces en vuestra historia.

Vascos y navarros, cierto es, han vivido juntos y han compartido una sola soberanía durante largas partes de su historia. Pero han estado juntos como españoles, y los reyes que los tuvieron y mantuvieron unidos fueron reyes españoles. Sólo falsificando la historia se puede inventar un pasado para esa Euskal Herria.

Hasta la invasión musulmana, desde luego, estas tierras pertenecieron al reino visigodo de Toledo. No existía aún el nombre de Navarra, como tampoco el de Álava, Guipúzcoa o Vizcaya; era una tierra poco habitada, ya entonces bilingüe y pronto cristianizada. Destruido el primer estado español, los antepasados de vascos y de navarros lucharon para conservar su identidad: en la zona occidental, Álava perteneció a Castilla desde su mismo origen, y por su trámite al reino de León. En Pamplona, en 905, se asistió al surgimiento de una monarquía nueva, la de Sancho Garcés I, que nace con un proyecto explícito de reconquista, es decir de restauración de la unidad cristiana y española perdida. Qué le vamos a hacer, las cosas fueron así. Los euskaldunes de entonces, divididos en dos reinos diferentes, compartieron una identidad, un proyecto y un enemigo con el resto de núcleos cristianos de resistencia. Pero de Euskal Herria no tenemos noticias.

Por razones dinásticas, Sancho III el Mayor, rey de Pamplona desde 1004, fue conde de Castilla, y en esa condición gobernó también a los alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos. Precisamente hace un año el Gobierno de Navarra cerró la conmemoración de este milenario con una exposición en el Baluarte, aquí en Pamplona. No he visto ninguna ikurriña en el catálogo, os lo aseguro, y es que Sancho II, que gobernó desde León hasta los condados catalanes, fue llamado Hispaniarum Rex, rey de las Españas, porque reunió en su persona todos los territorios cristianos de la Península. Todos, y lógicamente tanto los pamploneses como los vascos, pero no sólo éstos Sus hijos y nietos se repartieron sus reinos conforme a la costumbre de la época, y vascos y futuros navarros siguieron durante siglos caminos paralelos. Así que, me temo, no anda por ahí la raíz histórica de esta Euskal Herria de la que nos hablan.

Pero seamos serios: Euskal Herria sería, según entiendo, la tierra de los que hablan euskera; es decir, que la lengua asume funciones de signo de identidad. Y eso no podemos buscarlo en la historia antigua o en la medieval, sino en el romanticismo: el romanticismo decimonónico es la raíz histórica del nacionalismo vasco, al dar a la lengua -ya que de la raza ahora prefieren no hablar- un papel diferente al suyo propio. Nacido para unir, comunicando, el nacionalismo quiere convertir desde el siglo XIX nuestro euskera en instrumento de división, identificando. ¿Irracional? Es lógico, estamos hablando de romanticismo. Si algo tenéis claro los navarros es que se pueden y se deben respetar las ideas ajenas por disparatadas que sean, mientras que no se falte a la verdad o se niegue la libertad. Que es, precisamente, el caso.

Yo también quiero una tierra en la que todos los euskaldunes se sientan a su gusto e identificados, y además sé que en la historia ese país, esa nación y ese Estado han existido. La tierra de los vascos y de los navarros, su espacio histórico de convivencia, de soberanía y de libertad, respetando los fueros y diferencias, ha sido y es España.

Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de abril de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.