Por Pascual Tamburri Bariain, 19 de mayo de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Dicen los que no le quieren y algunos de los que dicen quererle que el presidente del PP no arrastra, no enciende, no apasiona. Pero la verdad es que aquí en Pamplona, y véase el Baluarte este sábado, la pasión está garantizada. Tal vez porque haya mucho en juego, tal vez porque es el único respaldo de UPN al defenderlo. Un respaldo imprescindible, por lo demás.
El «efecto Rajoy» en Navarra viene de lejos. Ya el lunes, 8 de marzo de 2004, en el frontón Labrit de Pamplona que el otro día María Teresa Fernández de la Vega no consiguió llenar, hubo lleno y hubo un calor que estaba faltando en aquella campaña. Desde luego que el público se saltó unas cuantas normas de las que se le pretendían imponer, que se mostró poco o nada acomplejado y que llevó al candidato a salirse del guión, y a decir algo tan premonitorio como que «el PP no se reunió con ETA, el PP no pactó con los que se reunieron con ETA, el PP no declaró ninguna tregua, y el PP y el Gobierno del PP lo único que ha hecho es detener a unos señores que pretendían hacer una gran masacre en Madrid». Teniendo en cuenta los sucesos de Atocha del jueves siguiente, y la legislatura que hemos padecido después, aquel Rajoy, el mejor Rajoy, hizo muy bien den decir las cosas como las sentía, sin hacer caso de los papeles ni de los asesores. Si en vez de hacerlo el 8-M lo hubiese hecho el 11-M.
Pero el verdadero maestro foral en el cara a cara con el público es el presidente Miguel Sanz. Es él, con el modo de hacer y decir las cosas, y especialmente con cierta intuición para mejorar sobre la marcha los monótonos discursos grises que le meten en el bolsillo, quien está llevando adelante esta campaña electoral. Sin su «¡Viva Navarra foral y española!» del 17 de marzo en el paseo de Valencia UPN y CDN no podrían pretender capitalizar la manifestación más grande de la historia de Navarra, que se hizo a la sombra de las banderas de todos y no de los miedos de algunos. Y en lo que llevamos de campaña Sanz ha dejado caer cosas como la de anteayer en Olite, «es que a veces parece que nos da vergüenza de ser lo que somos», o sea «navarros y españoles», que desde luego apunta a lo único que puede llevar a Patxi Zabaleta a la Diputación: el desánimo de quienes no quieren verle por allí.
Rajoy, a su manera, y Sanz, a la suya, han demostrado que pueden sacar a la calle y llevar a las urnas a esa mayoría de navarros. Y el resto, la verdad, no necesita aportar mucho. Ahora mismo el pulso lo sostienen estos dos hombres.
Por Pascual Tamburri Bariain, 19 de mayo de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.