Zapatero llega grogui al debate

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

José Luis Rodríguez Zapatero ha llegado a su cuarto debate sobre el Estado de la nación, primer plato del verano político, como un boxeador vapuleado. Nunca tantos puñetazos políticos habían castigado tan rápidamente el hígado de un gobernante español. Nunca Zapatero había estado objetivamente tan mal. Subjetivamente, ya veremos.

Los hechos de los últimos seis meses han sido crueles con el Gobierno del talante, ¿verdad? ETA se sienta a negociar, pero sigue siendo ETA, no renuncia a nada, ni siquiera a matar, lo hace el 30 de diciembre y se dispone a hacerlo una vez reorganizada. Adiós al «proceso de paz», y encima Zapatero con la guardia bajada, el asesino De Juana a punto de irse de rositas y la banda fresca como una rosa: cruel puñetazo en la boca del estómago gubernamental.

Navarra, pase lo que pase, es una pesadilla para Zapatero. El PSOE tiene allí uno de sus peores resultados regionales, se queda en la mitad de votos que la UPN de Miguel Sanz, y aspira a hacerse con el poder. El drama del presidente y de su candidato de Fernando Puras no tiene solución: si pactan con los abertzales de Nafarroa Bai el electorado de toda España, y desde luego Mariano Rajoy, se lo van a hacer pasar muy mal en las generales. Pero si no se hace ese pacto muchos socialistas navarros quedarán frustrados y desde luego desaparecerá toda posibilidad de retomar el «proceso». No tiene salida buena, la cosa navarra.

Debe de ser por eso que los socialistas navarros han inventado un apaño. Ya que Mariano Rajoy va a tronar en el debate de los primeros días de julio, el PSN ha estirado los plazos. El debate de investidura en Navarra se resolverá el 5 de julio, después de que Zapatero haya tenido que dar la cara en el Congreso de los Diputados. Pondrá cara de póker, y confiará en que los Sanfermines se lleven por delante algunas de las malas consecuencias de su elección. Pero, como bien sabe Zapatero, donde no hay ganancia todo puede ser pérdida.

Pérdida política, se entiende, así que nada irreparable. Lo que en cambio no tiene vuelta de hoja es lo del Líbano, que ha liquidado los restos de la política exterior de Zapatero, suprimiendo el único mérito que podía quedarle en ese terreno. Nuestros militares mueren en guerras en el exterior a las que fueron enviados por capricho de este Gobierno. Se les envió a morir, sin los medios técnicos necesarios, expuestos al terrorismo de un islamismo que no cree en ninguna «alianza de civilizaciones». Un puñetazo más que deja a Zapatero tocado y grogui, pero aún no derrotado, en víspera del último gran debate de la legislatura.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.