Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Así son las cosas. Zapatero llegó donde llegó agarrado a una pancarta pacifista y ha batido varias plusmarcas de belicismo: es el presidente que más soldados ha mandado al extranjero, el que más fuerzas «de paz» ha enviado a zona de guerra y el que menos éxito ha tenido en esas operaciones. Zapatero pasará a la historia, entre otras cosas, como un gobernante belicista.
Ser belicista sin reconocerlo, y además hacerlo dando la espalda a los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas es una operación muy peligrosa. Si la opinión pública no quiere una guerra y cree que no estamos en tres de ellas, y si los encargados de cubrirle las espaldas a Zapatero empiezan a caer en combate, ¿cómo va a terminar la legislatura?
Pues mal, muy mal, o casi como empezó: con soldados en escenarios lejanos, con crispación y con un debate muy peligroso en torno a unas Fuerzas Armadas que ya dan de sí más de lo que pueden, porque se tira de ellos lo mismo para un roto que para un descosido pero luego no se les dan ni medios ni reconocimiento.
Y si malo fue Aznar en esto (bueno, en realidad Trillo) Zapatero y Alonso los han hecho buenos. Porque los seis muertos de Líbano se pudieron evitar, así como suena, sin gastos significativos, sólo con un interés por los soldados que faltó por entero. Como si fuese un ejército de mercenarios despreciables, como si los soldados por el hecho de serlo perdiesen interés: la impresión que los militares han sacado del trato recibido en todo esto no puede ser peor. Zapatero se equivocó no explicando los riesgos de Líbano, y no previniéndolos.
A Mariano Rajoy se lo han puesto a huevo. Le basta ahora pedir transparencia en la información y más medios para el Ejército, como Zapatero hizo en tiempos de Irak y del Yakovlev, para llevarse el gato al agua. El líder del PP puede, incluso, ahorrarse el tono hiriente del PSOE en 2003 y 2004, ya que él no está contra el Ejército ni contra sus usos constitucionales, sino contra el abuso implícito en esta situación.
Zapatero ha metido a España en guerras lejanas para solucionar sus problemas políticos. Ahora atiene que explicar en detalle cómo y con qué riesgos, y debe gastar lo que sea necesario gastar en defensa de nuestra gente. Nadie va a pedir huidas como la que él patrocinó, y ahí estará la diferencia. Bueno, en eso -la actitud de la oposición.- y en lo otro -los silencios del Rey-, pero ahí hay mucha más tela que cortar. De esa guerra, y no de las otras, Aznar sabe más que Zapatero.
Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain
Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.