Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Empezamos con los remilgos. Primero, todos quieren. Ahora, ninguno se atreve. En Navarra puede suceder que nadie quiera presentarse a la investidura como presidente regional. A día de hoy ni Miguel Sanz, ni Fernando Puras ni Patxi Zabaleta tiene asegurados los 26 votos necesarios, y ninguno de los tres desea el desgaste de una investidura estéril. Señor, Señor, qué provincia.
La clave está, en parte, en los recuerdos. La clase política recuerda cómo, en todas las legislaturas anteriores, en último extremo el partido más votado obtenía automáticamente la presidencia, si se agotaban todos los plazos sin una investidura formal. Pero atención: eso ya no es así. Ahora es posible disolver las Cortes (el Parlamento también se llama oficialmente así), pero nadie puede ser presidente con más votos en contra que a favor.
Así pues, el juego sigue. Es una carrera de fondo y de habilidad, hasta que alguien llegue a 26, o hasta que se rompa la baraja y vayamos a las urnas. Tensar la cuerda les interesa moderadamente a todos, pero los riesgos son evidentes. Cuanto más tiempo pase más probables serán las originalidades, las soluciones transversales, los cambios de candidato o la resurrección de los muertos (políticos). Claro que para ver a Juan Cruz Alli de presidente (sí, sí, ¿no lo han oído?) yo preferiría votar, y que la gente elija entre Sanz y la opción Puras-Zabaleta (que quiere dejar pasar los Sanfermines, y luego, con todos resacosos, vendernos la mula tuerta).
Por Pascual Tamburri Bariain, 28 de junio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.