Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de julio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Esperanza Aguirre, en plenos Sanfermines, habló sobre Navarra, ya que los políticos navarros y especialmente los del PSOE han preferido no hacerlo durante las fiestas. La resaca de éstas se anuncia escabrosa, y ha sido la valiente presidenta madrileña la primera dirigente de vanguardia del PP en ponerle el cascabel al gato. Yo no sé si era el cascabel adecuado para el gato navarro, pero la verdad es que la maraña navarra necesita algún tipo de respuesta.
Aguirre, antes de que Fernando Puras anunciase su decisión -y sigue el culebrón foral-, planteó que en un caso extremo UPN podría dar sus votos al candidato socialista para evitar que el PSOE acceda al Gobierno navarro con los votos de los abertzales. Y es que, al margen de que tenga o no razón, Aguirre se ha dado cuenta del problema fundamental de los populares en Navarra: después de haber ganado las elecciones del 27 de mayo pero sin mayoría absoluta han perdido la iniciativa política. Y se está descubriendo el verdadero objetivo de Zapatero en la comunidad foral.
Hace unos meses, e incluso años, se viene oyendo y temiendo que Zapatero podría facilitar, a través del socialismo navarro, una entrega gradual de Navarra a Euskadi. Al fin y al cabo el objetivo de todos los nacionalistas, ETA incluida, es ese, y tanto Zapatero como su candidato Puras se abstuvieron durante la campaña electoral de negarse a futuros acuerdos con los abertzales, por lo que las sospechas y acusaciones se dispararon.
Pero la realidad parece ser más dura que todo eso. ¡Cómo iban a renunciar anticipadamente a un pacto que era su mejor baza para pisar moqueta! Que sean navarros no quiere decir que no sean políticos, y está claro que el socialismo navarro existe para intentar llegar al poder, y que no se intercambia votos con los nacionalistas vascos, mientras que en las últimas dos décadas ha ido perdiendo porcentaje, a medida que lo ha ido ganando UPN. Así que el análisis de todos los socialistas es el mismo: el adversario político principal es UPN, mientras que los abertzales son sólo potenciales aliados, a los que nunca se harán concesiones esenciales porque sería un suicidio político en Navarra, pero que tiene la ventaja de no poderse aliar con UPN.
Así que toda la artillería socialista apunta a UPN. Por supuesto que el PSN-PSOE (tercer partido) podría haber negociado un apoyo a UPN (que tiene el doble de votos) pero la verdadera meta es que UPN haga una severa dieta de adelgazamiento, a ser posible en la oposición. Hombre, y si con los nervios y la tensión de tanta duda en UPN alguno se pone nervioso y decide abandonar el acuerdo estable con el PP (gracias al cual no hay PP navarro), miel sobre hojuelas. El PSOE volvería a ser el partido central en Navarra, y tanto los regionalistas como los de Mariano Rajoy, si se divorciasen, se quedaría un par de legislaturas sin tocar poder. Menudo triunfo para Zapatero, ha debido de pensar Aguirre.
Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain
Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de julio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.