Navarra necesita un centroderecha unido en torno a sus principios

Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de julio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Mientras Pamplona vive las fiestas de San Fermín, en los despachos se está decidiendo el destino de Navarra. La presidenta de la Comunidad de Madrid, con sus declaraciones del pasado domingo acerca de las prioridades en la formación de Gobierno foral, ha desatado una polémica que revela muchas tensiones latentes, sin duda peligrosas para la estabilidad de Navarra y de España, así como para el proyecto político del centroderecha.

La idea de Aguirre de que Unión de Pueblo Navarro, en último caso, podría verse obligada a apoyar la investidura de un candidato socialista para evitar un Gobierno con abertzales no ha gustado a los principales dirigentes de la franquicia navarra del Partido Popular. Tanto el presidente foral Miguel Sanz como el secretario general de UPN Alberto Catalán y el diputado Jaime Ignacio Del Burgo han rechazado cualquier hipótesis en la que la presidencia no recaiga en el candidato de los regionalistas. El hecho es que UPN, aliada con la CDN de Juan Cruz Alli, obtuvo el 27 de mayo una mayoría amplia de votos y de escaños, que sin embargo no llega a ser absoluta. El socialista Fernando Puras, con el tercer grupo parlamentario, rechaza apoyar a UPN, se postula coma candidato y opta a la presidencia con los votos de Nafarroa Bai. Los independentistas de Patxi Zabaleta están a las puertas de las instituciones navarras.

UPN, como es lógico, quiere hacer valer sus votos y su mayoría social y política. No obstante, las circunstancias no son las más favorables, y la larga campaña electoral no ha ayudado a facilitar la gobernabilidad de Navarra. En efecto, en los últimos meses Nafarroa Bai y el PSN-PSOE han fijado su objetivo en privar a los populares de la Comunidad Foral, verdadero obstáculo en toda alianza entre la izquierda y los independentistas. Por otro lado, UPN ha definido como un peligro para Navarra cualquier acceso de los abertzales al poder, de la mano de los socialistas. La situación es complicada, pero la sugerencia de Esperanza Aguirre iba en esa dirección: si, como UPN ha dicho, un Gobierno apoyado por los vasquistas es un mal cargado de incógnitas, UPN podría verse en la obligación de sacrificar sus intereses de partido por Navarra y por España, apoyando al PSN y librando a Puras de la hipoteca de Zabaleta.

La virulencia de las opiniones enfrentadas a este respecto ha sacado a la luz otros problemas. José Luis Rodríguez Zapatero sabe que UPN es una excepción en el mapa territorial del Partido Popular, ya que en el proceso de refundación del PP en los años 90 José María Aznar accedió a disolver el PP navarro a cambio de un acuerdo permanente y singular entre PP y UPN. Si Zapatero consigue sembrar la cizaña entre el partido nacional y el partido regionalista, de manera que este último vea sus intereses en las instituciones mejor garantizados alejándose de Mariano Rajoy y acercándose a La Moncloa, habrá obtenido una victoria de gran calado.

La opinión pública española, como la navarra, entendería mal un distanciamiento entre PP y UPN, fuesen cuales fuesen las ventajas para los dirigentes y cargos públicos del partido navarro. UPN es, como ha aparecido ante los ciudadanos, un partido de principios, incluso si para defenderlos fuese necesario el sacrificio de votar a Puras. Esos principios son los que en el conjunto de la nación defiende el PP, y la unidad del centroderecha es un bien mayor, mucho más importante que cualquier interés personal.

Por Pascual Tamburri Bariain, 10 de julio de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.