Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
En un comunicado dado a conocer ayer domingo, la banda terrorista ETA advierte de que «seguirá golpeando las estructuras del Estado español en todos los frentes», y asume la autoría de los últimos atentados. Los terroristas abertzales reiteran su voluntad de seguir destruyendo, extorsionando, infundiendo el miedo y matando hasta que se den a su juicio «unas condiciones democráticas que permitan defender todos los proyectos políticos» en el País Vasco y en Navarra.
ETA sigue existiendo y no ha cambiado de objetivos, de ideas ni de instrumentos. Su meta es la independencia de un Estado vasco que incluya Navarra y una organización socialista de ese futuro Estado; y su vía de acción es el terror, empleado para obtener fines políticos. ETA dejó ayer claro una vez más que no hay una cara diferente del terrorismo, y que la única posibilidad de acabar con él es combatirlo de frente, porque nada ni nadie lo cambiará.
De lo que ETA dijo ayer pueden extraerse sin embargo importantes lecciones, que afectan en especial al PSOE y al PNV, por diferentes razones dubitativos en los últimos años ante la necesidad de combatir a ETA sólo desde la aplicación de las leyes y con todo el rigor del Estado de Derecho. Los riesgos de buscar atajos, por una parte, y de compartir objetivos con los criminales, por otra, saltan ahora más a la vista que nunca.
El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha mantenido abierto un «proceso de paz» con la banda terrorista, asegurando por una parte que nunca habría concesiones políticas a ETA pero sabiendo por otra que ETA sólo terminará o con una completa derrota policial o con una victoria política. El PSOE se empeñó en sembrar ilusiones de paz, aunque éstas no se sostenían en nada sólido y, por lo demás, es legalmente imposible conceder a ETA ninguna de las reivindicaciones de la vieja alternativa KAS. Siendo así, una negociación con los terroristas, que permite a éstos hablar de «pactos incumplidos», sólo podía acabar en fracaso y en descrédito para el Gobierno, como en efecto ha sucedido con el añadido de la prolongada incertidumbre navarra.
El problema no es menor para el nacionalismo vasco democrático. El PNV cree que existe una nación vasca, pero entre la postura independentista de Joseba Egibar y de Juan José Ibarretxe y la posición menos apresurada de Josu Jon Imaz hay diferencias que son sólo de matiz. Si unos están dispuestos a admitir a los abertzales radicales como futuros aliados en un proceso separatista y otros no el PNV puede enfrentarse a su mayor crisis desde la escisión de Carlos Garaikoetxea que dio lugar a Eusko Alkartasuna. No es bueno en cualquier caso para la sociedad española en general y la vasca en particular que los dos mayores partidos vascos -PSOE y PNV- entren en crisis. Muchos ciudadanos pueden sancionar esta acumulación de torpezas frente al terrorismo en la próxima convocatoria electoral.
Por Pascual Tamburri Bariain, 9 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.