Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Gabriel Urralburu es uno de los hombres con peor fama de Navarra. Fue presidente del Gobierno, es decir de la Diputación Foral, desde 1983 hasta 1991, y su nombre ha quedado irremediablemente unido a los de su consejero de Obras Públicas, Antonio Aragón, y al Delegado en Navarra del Gobierno de Felipe González, el inefable Luis Roldán. En semejante compañía era difícil permanecer impoluto.
Corrupción y chanchullos, cuantos se quieran. No sólo los que fueron juzgados y merecieron condenas, sino un ambiente generalizado de negocios fáciles y amistades fructíferas, de nuevos ricos rampantes y de viejos ricos subidos a la nueva ola; no todos los partícipes y beneficiarios del «urralburismo» han sido señalados con el dedo, y tengo para mí que, incluso, los más desdichados y menos despreciables fueron el presidente y sus colegas condenados.
Sí, lo sé: era la época del gasto ostentoso, de las fiestas horteras y viciosillas, de los trajes de Mateo, del derroche, de la bajada de pantalones de la ley del vascuence, de la antieconómica pero muy ideológica UPNA -lo sé, lo sé, doctor Felones-, de las componendas bajo manga en todas las direcciones. De hecho, deseábamos que aquello terminase, y anhelábamos que tanto mal gusto -sobre todo- dejase de gobernarnos.
Sin embargo, Urralburu tiene méritos que hay que reconocer. Él divorció a una parte de la izquierda navarra de la alianza contra natura heredada de la Guerra Civil, y separó al PSOE foral del nacionalismo. Gracias a eso pudo ser mayoría (bueno, por eso y porque la derecha no abertzale se le enfrentó dividida), y gracias a eso la Transición no fue más dramática en Navarra. Además, qué narices: su legado de estilo, en lo peor incluso, nunca ha desaparecido, incluso después de que él haya perdido el poder y otros lo hayan ejercido, y después de que él haya cursado estudios superiores y viva dignamente de ellos. No es un ejemplo, pero tampoco el peor de los hombres, ni el peor de los socialistas, ni el peor de los políticos.
Por Pascual Tamburri Bariain, 12 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.