Educación: Zapatero perderá muchos más votos de los que gane Rajoy

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Mercedes Cabrera va anunciando por partes los «logros» de la LOE. Y todos los afectados se van enfadando, de modo que ya nadie defiende a Zapatero. Será un curso muy duro, mala cosa para el Gobierno en año electoral. ¿Y qué hace la oposición?

Andan revueltos los patios, y nunca mejor dicho, con las ocurrencias de Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo. ¡Qué dirían sus ancestros si viesen la escena! En resumidas cuentas, la ministra de Educación y Ciencia extiende a todos los niveles de la enseñanza los principios que fueron de la LOGSE y que hoy son los cimientos de la Ley Orgánica de Educación de José Luis Rodríguez Zapatero: ya no importa qué aprendan los alumnos sino qué título se lleven, ya no importa qué formación reciban sino conducirlos como borregos idénticos hacia el mercado de trabajo, y ya no importan sus méritos, capacidades y esfuerzos tanto como la ideología igualitaria que el Gobierno pretende imponer. Y no hay mucho más.

El resto, como dice la mujer de Carlos Arenillas, deben de ser «malas interpretaciones periodísticas». Es decir, que cuando ella dijo que el Real Decreto que desarrolla el Bachillerato LOE permitirá no repetir curso a los alumnos que suspendan cuatro asignaturas no quería decir realmente eso; no quería decirlo, pero tampoco hace falta porque es exactamente eso lo que han anunciado todos los borradores filtrados de ese Decreto en los últimos meses. Además, no se trata más que de extender a la enseñanza postobligatoria -nos empeñamos en llamar Bachillerato a algo que tiene muy poco que ver con lo que lleva ese nombre en otros países o lo llevaba aquí hacia 1970, por ejemplo- los modos de hacer que desde 1990 están vigentes en la Educación Secundaria Obligatoria: promoción de cursos con suspensos, aprobados geriátricos, reducción de los niveles a mínimos, titulación por aburrimiento de hombres y mujeres de 16 ó más años que saben perfectamente que no quieren, o no pueden, llegar a un cierto nivel, pero a los que el Gobierno quiere incluir en sus porcentajes.

Los culpables

No hace falta llegar a Jean-Jacques Rousseau para entender de dónde viene este desaguisado; los nombres de los responsables directos de nuestra decadencia educativa son más cercanos y conocidos. Nunca olvidemos a Felipe González, que presidió y aceleró el proceso, y tengamos presentes a quienes crearon este modelo de enseñanza desde el Ministerio: Javier Solana, José María Maravall, Alfredo Pérez Rubalcaba, María José Sansegundo y ahora Mercedes Cabrera. Tal vez alguno de ellos proceda de la vieja escuela pública, pero desde luego sus hijos no van a los Institutos en los que se aplican sus normas y no van a disfrutar del Bachillerato blandito de Cabrera. Si eso no es un reconocimiento de culpabilidad, que venga Pablo Iglesias y lo vea.

Ahora bien, tontos no son, y mientras se cumple el objetivo radical de un cambio social e ideológico en profundidad se libran batallas periféricas que mantienen distraídos a muchos opositores potenciales: el asunto de la ciudadanía, el de las lenguas o el de las jornadas continuas, por ejemplo.

Padres, profesores y sobre todo alumnos: ¡menudo enfado!

¡Muerte al Bachillerato! ¡No sirve para nada! Salvo en la minoría ideologizada que vaya a aceptar con alegría la locura de Zapatero, esos son los gritos que se van a sentir, y tal vez a oír. Se intenta contentar a los alumnos con la supresión de los vestigios de esfuerzo y exigencia, se quiere convencer a los padres con el señuelo de un título devaluado que ya no querrá decir nada y se tratará de comprar a los profesores con menos trabajo y más medios. De todo esto hay precedentes.

¿Tendrá éxito Cabrera? Desde luego es probable que se le llene el Bachillerato de criaturas con la idea de «bah total, como puedo dejar cuatro sin repetir yo voy a intentarlo»; pero eso no los hace votantes socialistas, ni a ellos ni a sus hermanos mayores, porque la evidencia del fraude va a ser inmediata. Ni siquiera los socialistas de corazón que no pueden entender que los socialistas también cometen errores están contentos. Se va a llenar la secundaria no obligatoria de vagos que retrasarán «a los que sí que queremos estudiar», que es lo que ha pasado y sigue pasando en la secundaria obligatoria. El fracaso escolar no se soluciona con un maquillaje, y en la escuela ya hay medios y personas más que suficientes; es un problema de principios, y ahí Cabrera topa con la dura realidad.

Hay un modelo muy cerca para responder a Zapatero

De esta misma semana, en la que empieza el curso y en la que Cabrera ha aprovechado para explicarnos sus objetivos, llegan noticias bien diferentes de Francia. El presidente Nicolas Sarkozy (http://www.elsemanaldigital.com/arts/72662.asp?tt=) ha querido iniciar las clases con una carta dirigida a 850.000 docentes franceses, en la que explica extensamente sus planes y las medidas que va a adoptar para conseguir un «renacimiento educativo» de su país. Sarkozy quiere refundar la enseñanza francesa, estimulando el mérito, el cumplimiento del deber y la excelencia tanto entre los profesores como entre los alumnos. Lo cual quiere decir más trabajo, más orden y restauración de la autoridad, la jerarquía y las diferencias, no como capricho sino como único medio para convertir las escuelas, Institutos y Universidades en centros de enseñanza y de formación, y no en cadenas de montaje de títulos o lugares de adoctrinamiento progre, cuando no simplemente de delincuencia.

Sarkozy ha empezado a hacer exactamente lo contrario que Zapatero. No se ha limitado a suavizar o matizar la manipulación de la enseñanza por la nueva izquierda -que por lo demás estaba menos avanzada en Francia que en España- sino que va a desarrollar una política a largo plazo contra el equivalente galo del «espíritu de la LOGSE». ¿Es una política que Sarkozy base en sus propias convicciones? Sin duda, pero no es sólo una imposición ideológica que alguien que gobierna con mayoría absoluta: es además una medida profundamente política que antes o después ganará para la derecha francesa el apoyo de los muchos padres, docentes y alumnos que están hartos de una enseñanza decadente y manipulada. En resumen: tendrá un beneficio electoral.

La pelota está en el tejado de Rajoy

Mariano Rajoy afronta sus segundas elecciones como aspirante a La Moncloa con un bagaje triple: el de sus propias convicciones y los principios de su parte política, el de los errores de Zapatero con el descontento que de ellos se deriva, y el de la gestión de los Gobiernos de José María Aznar, en los que él fue ministro. No cabe duda de que una mayoría absoluta de españoles está de acuerdo en las críticas que Rajoy y el PP hacen de la política educativa del PSOE. Bien lo sabe el PSOE, que está apurando la legislatura para imponer su reforma radical antes de pagar los costes electorales. Pero Rajoy y el PP están teniendo un problema para convertir sus principios y sus críticas en propuestas políticas electoralmente rentables.

Las cosas están así: el PP no derogó ni la LOGSE ni su espíritu cuando gobernó, la Ley de Calidad de Pilar del Castillo y los retoques de Esperanza Aguirre fueron eso, pellizcos de monja, intentos de limar las aristas del modelo igualitario y borreguil pero buscando con una sonrisa ser «políticamente correctos». Se dejaron engañar por unas manifestaciones manipuladas y partisanas, cuando la corriente de fondo en la escuela española era de hartura absoluta hacia la LOGSE, la ESO y el adocenamiento castrante del Bachillerato y de los cuerpos docentes que ya entonces se vivía. El miedo de muchos de los descontentos con Zapatero y Cabrera es que Rajoy, si gobierna, no se atreva a hacer las cosas bien, desde el principio y desde abajo, cambiando todo lo necesario sin complejos. Mientras Rajoy no deje claro que las cosas van a cambiar (y eso no requiere muchas palabras, sino el anuncio concreto de una nueva legislación, profundamente distinta de la que padecemos) el descontento no se convertirá en votos. Y eso, este curso, sería un problema para él.

VÍCTIMAS: LOS ALUMNOS

Desde 1990 España padece una legislación educativa progre. La izquierda ha impuesto sus ideas y la derecha no lo ha impedido. Las víctimas son los estudiantes, y especialmente los jóvenes que utilizan la enseñanza pública. (http://www.elsemanaldigital.com/arts/65486.asp?tt=) Antes o después exigirán un cambio drástico.

Por Pascual Tamburri Bariain, 13 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.