Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Ayer domingo el diario abertzale Gara ofreció a sus lectores una separata con los documentos a su juicio más relevantes sobre el «proceso de paz» entre José Luis Rodríguez Zapatero y la banda terrorista ETA. Gara es el medio de comunicación de referencia del entorno proetarra y cabe dudar tanto de sus intenciones como de la veracidad de sus revelaciones, pero éstas, en algunos extremos, ponen al Gobierno que preside Zapatero y al PSOE en una tesitura política muy difícil.
Según Gara, el Gobierno se reunió con ETA incluso después del atentado con dos asesinatos de la T-4 de Barajas, el 30 diciembre de 2006. Y el PSOE mantuvo una ronda de reuniones paralelas con Batasuna, configurando así una «mesa política» junto a la «mesa técnica», aunque ambas estaban supeditadas a un solo fin. Según los proetarras, en el transcurso de las conversaciones, que duraron meses y se celebraron en una capital europea con el amparo de una organización internacional y la presencia de mediadores y fedatarios extranjeros, el PSOE y el Gobierno llegaron a hacer planteamientos políticos «aceptables para la izquierda abertzale», es decir que satisfacían las exigencias de terroristas e independentistas.
Este extremo, el del contenido de las conversaciones y el de las concesiones esbozadas o no por los representantes de Zapatero, es el que mayor polémica ha causado, en especial en el País Vasco. La supuesta «hoja de ruta» que revelan ahora los proetarras habría sido primero panteada y después rechazada por los mismos socialistas, según la diferente coyuntura política en España, y habría incluido en todo caso, a medio plazo, mecanismos para incluir Navarra en un espacio autónomo con las tres provincias vascas, y dotar después al conjunto de un nivel de «decisión» que equivaldría al derecho a la autodeterminación. Por el camino, los presos de ETA irían siendo acercados y liberados.
El PSOE niega validez a lo que Gara publica, y es comprensible que lo haga. ETA es un grupo terrorista y puede mentir si conviene a sus fines, de manera que, a menos que surjan pruebas irrefutables, lo que Gara dice no tiene por qué ser cierto en todos sus extremos. Pero simplemente los hechos que ETA afirma y el Gobierno no niega son de una gravedad que carece de precedentes en nuestro Estado de Derecho.
Zapatero accedió a hablar de política con Batasuna y de violencia con ETA cuando ya el «proceso» había saltado por los aires en Barajas. Esto es un hecho. Mientras esas conversaciones avanzaban se planteó la liberación del etarra Iñaki de Juana Chaos, y se legalizó parcialmente para las elecciones del 27-M la candidatura avalada por ETA de Acción Nacionalista Vasca. Son hechos. Mientras tanto, en Navarra, el PSN-PSOE permanecía en una completa indefinición política, abierto a pactar con los abertzales, a la espera de qué se decidiese en otros foros. Es, también, un hecho.
Estos hechos son suficientes, sin entrar a debatir el contenido de las «hojas de ruta», para que Zapatero deba dar una explicación. No porque Gara diga una cosa u otra, sino porque los mismos socialistas han confirmado, al aceptar estos hechos y al asumir que hubo contactos hasta muy poco antes de las elecciones municipales y autonómicas, que el «proceso de paz» era un proceso de concesiones a ETA a cambio de la baza política del fin de la violencia. Zapatero está en un apuro y sólo puede salir de él con la verdad. De momento Gara, en sus detalles, no tiene una credibilidad especial, pero si se publicasen las actas de esas reuniones, que obran en poder de los mediadores, la situación política se haría insostenible. El presidente deba hablar y, por una vez, en lugar de escudarse en la retórica debe explicar en detalle hasta dónde llegó en su más arriesgada apuesta de la legislatura, de la que sólo ETA se ha beneficiado.
Por Pascual Tamburri Bariain, 23 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.