Un gran periódico usa toda su fuerza para abrir la campaña electoral

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Este martes 25, Navarra Foro XXI ha inaugurado el curso político. Nada de medias tintas: quien manda, manda, y en Navarra, de momento, gobierne quien gobierne manda Diario de Navarra. A veces para bien y a veces para mal, pero lo cierto es que a día de hoy en Pamplona quien tiene autoridad para dar el pistoletazo de salida a la campaña electoral es el presidente del consejo de administración del primer periódico de la provincia.

Álvaro Bañón Irujo ha presentado, en consecuencia, a quien va a ser protagonista de las grandes decisiones de los próximos meses, como lo ha sido en la pasada legislatura. Nuestro presidente Miguel Sanz anuncia «La Navarra que queremos», y esto es, más que nunca, importante.

¿Qué Navarra quiere el sector mayoritario de opinadores en las páginas del gran periódico foral? Durante los últimos años se ha advertido un giro hacia el PSN, que es algo más y algo menos que el apoyo de José Javier Uranga a la conversión de Gabriel Urralburu al navarrismo españolista. Algo más, porque desde Diario de Navarra se ha marcado una línea de acción al PSN-PSOE y a UPN, que no era unánime ni seguramente mayoritaria en ninguno de los dos partidos, pero que ha terminado triunfando, algo impensable así en los años 80 del siglo XX. Y algo menos, porque en ese camino se han quedado aparentemente algunos principios que fueron fundacionales del periódico de la calle Zapatería, y que no son, ni jamás pueden ser salvo que públicamente se haga un improbable acto de contrición de un siglo de «errores», los de un Gobierno de la izquierda, basado en la izquierda, subordinado a la izquierda o coaccionado por la izquierda.

Miguel Sanz tiene la palabra. Pese a las apariencias, pese a la fuerza del 3% de Alli, pese al glorioso 15% de los socialistas, divididos y terceros clasificados, pese a las decenas de miles de periódicos de Bañón (y de las familias que lo sostiene en su cargo, y de los negocios mediáticos a tres bandas de los que ya hablaremos otro día), quien tiene la autoridad para decidir en Navarra es él, Sanz. Ha ganado las elecciones. Tiene una mayoría sin precedentes de los votos. Tiene el partido más potente. Puede gobernar, y cuando no puede tiene poder para disolver el parlamento, cosa que ya pudo forzar en agosto y no quiso hacer. Por eso es importante lo que diga Sanz, más aún que lo que sus anfitriones crean y deseen ahora.

Fernando Vaquero, el lunes 24, había señalado ya uno de los grandes problemas que afrontan tanto el presidente como el Diario: la tentación napartarra. ¡Es tan fácil y tan cómodo exacerbar el navarrismo, que al fin y al cabo a pocos preocupa y nadie teme, e independizarlo de su necesario, inexorable y no optativo cimiento nacional español! Pero Navarra no es principio y fin de sí misma, no hace falta ser medievalista para saberlo (aunque reconozcamos que algo ayuda, y en cambio pasarse la vida en la sede de un partido con la boca llena ayuda más bien poco). Voy a atreverme a apoyar en su decisión a Miguel Sanz, que no puede ser napartarra porque UPN salvo por excepción personal y escasamente informada jamás lo ha sido; «la Navarra que queremos» es la Navarra foral y española por su esencia y no por voluntad ni capricho de nadie. La Navarra foral y española defendida en las calles el 3 de diciembre de 1977 y el 17 de marzo de 2007, la Navarra de siempre de UPN y de Diario de Navarra. La Navarra, en suma, de todos los que hemos votado a Miguel Sanz para ser presidente de Navarra. ¿Qué otra, si no?

Por Pascual Tamburri Bariain, 26 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.