Zapatero se la juega, porque «Prisa estornuda y Ferraz tiembla»

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

El PSOE teme ser la primera víctima de la «Segunda Guerra del Fútbol» entre Sogecable y Mediapro. ¿Alguien se imagina a Prisa apoyando a Rajoy? Porque ahí está la raíz de todos los miedos.

«Prisa estornuda y Ferraz tiembla», la frase, salida de la boca de una insigne diputada del PSOE, describe el estado de ánimo que reina entre la familia socialista una vez abierta de par en par la guerra entre el grupo de comunicación de referencia de la izquierda española desde la Transición y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Porque, con intención o sin ella, se habla de la guerra entre Mediapro y Prisa como si se tratase de un conflicto mediático y empresarial más, pero no debería escaparse que lo que está en el terreno de juego va más allá incluso del reparto del pastel del suculento negocio televisivo del fútbol, para introducirse en la lucha de poder entre el «viejo socialismo» y la «happy pandy» zapateril.

Ese «viejo socialismo» que de la mano de Felipe González controló los resortes del poder en España de 1982 a 1996 sin temblarle el pulso, con el apoyo del todopoderoso jefe de Prisa, Jesús de Polanco, y su mano derecha, Juan Luis Cebrián, Zapatero decidió hace años aparcarlo, dejarlo en la cuneta, quitarse de encima la hegemonía totalitaria política, cultural y mediática que había ejercido en la izquierda sin dejar resquicio a la disidencia.

¿Qué quiere Zapatero?

Fuentes del PSOE señalan que la actuación del actual líder del PSOE está movida más por filias y fobias personales que por cuestiones ideológicas, otras fuentes del partido, sin embargo, advierten que es la lucha lógica de quien desde su responsabilidad se preocupa por que el socialismo español tenga futuro, ahora, en el siglo XXI.

Zapatero, señalan diputados cercanos al presidente, cree en el «ciudadanismo», es decir en un socialismo que antes discute y luego toma decisiones, y considera que por ahí va el proyecto político que salió refrendado en el 35 Congreso del PSOE, el del socialismo del futuro, y para poder llevar adelante su proyecto debe quitarse de delante el freno que supone un periódico como El País que desde hace años marca con sus editoriales el único camino que puede tomar la izquierda española.

Prisa y el PSOE de Felipe González fueron la pareja dominante en España durante dos décadas; en 2004, por resentimiento contra Aznar, el grupo de Polanco fue decisivo en la toma del poder por Zapatero. Pero Zapatero quiere algo más que el poder: quiere el control completo del PSOE, quiere una redefinición ideológica en su propia línea de la izquierda española y quiere una «revolución» en nuestra sociedad. Algo que los «viejos socialistas» y los «viejos periodistas» consideraban innecesario y, además, peligroso.

De ahí que en su día diera orden sobre todo a su amigo Miguel Barroso, ex secretario de Estado de Comunicación, para que diseñara un nuevo cuadro mediático que sin mermar el poder de la izquierda lo repartiera. Por ello surgen las televisiones en abierto Cuatro (PRISA) y La Sexta (Mediapro), por ello, también, la salida del nuevo periódico El Público (Mediapro) para compensar, si fuera necesario, el predominio de Prisa con El País.

¿Llegará la sangre al río?

Zapatero se ha lanzado a la guerra justamente cuando ha llegado el «hecho biológico» inevitable en Prisa. Ahora bien, nadie ignora que la potencia de los herederos de Polanco es enorme aún. Tener de frente a Prisa hace temblar a más de uno en la sede de Ferraz. La cuestión es hasta qué punto.

En el fondo, la apuesta de Zapatero arranca de una suposición del presidente. En último extremo, parece decirse La Moncloa, se puede favorecer cuanto se quiera al grupo surgido en torno a Mediapro, y seguir adelante con el proyecto «revolucionario» ciudadanista. Al fin y al cabo, Prisa contraatacará con pellizcos de monja pero a la hora de la verdad, es decir ante las elecciones generales, si tiene que elegir entre Zapatero y Rajoy elegirá a Zapatero, con lo cual la pelea familiar no beneficiaría nunca al centroderecha. Pero esa suposición del presidente no la ha confirmado aún Juan Luis Cebrián, y esa va a ser la batalla decisiva de la Segunda Guerra del Fútbol.

Por Antonio Martín Beaumont y Pascual Tamburri Bariain

Por Pascual Tamburri Bariain, 29 de septiembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.