Volkswagen tose, Navarra tiembla, los abertzales sonríen

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

España vive un momento económico delicado. A la crisis económica general se une entre nosotros la de la construcción y sus derivados, y además se suma el final de los buenos tiempos europeos porque ya hay países más pobres que nosotros. A eso se suma un Gobierno que, con Solbes y Zapatero, ha sido mal gestor de una buena herencia y mal negociador en Bruselas. Pintan bastos, pero no para todos igual, y no sin alegrías interesadas.

Navarra está en una situación especialmente complicada. A pesar de sus indicadores macroeconómicos brillantes, comparte todos los problemas de la nación; y tiene uno más, colosal, que es su dependencia de la metalurgia ligera, de la industria del automóvil. Los franquistas de Félix Huarte quisieron hacer de la tradicional y rural Navarra un foco de industrialización, y lo consiguieron con los resultados de todos conocidos, a través en buena medida de una gran fábrica de automóviles que convirtió Pamplona (¡Pamplona!) en ciudad industrial.

Todo éxito tiene su precio, y el de aquellos desarrollistas fue que su edificio descansaba en cimientos inciertos. A largo plazo, si quiere mantenerse en este sector económico, Navarra debe competir con países como Eslovaquia o Rumanía porque si no sufrirá eso que llaman «deslocalización». Antes de la hora decisiva, de todos modos, una industria con tantos proveedores como ésta va a dar muchos quebraderos de cabeza. También políticos.

Una huelga en la industria de componentes Sysmo ha parado Volkswagen, y durante unos días Navarra está experimentando lo que podría ser un futuro con el polígono de Landaben vacío y el INEM lleno. El contencioso laboral en Sysmo se debe en último extremo a que la fábrica de coches no cuenta con ellos a largo plazo; pero está en la naturaleza del sector apretar las tuercas a los proveedores. Del mismo modos, está en la naturaleza del sindicalismo abertzale, en este caso el de ELA, tensar las cosas hasta el extremo si puede traer frutos de otro tipo. Que esto esté sucediendo en Sysmo no lo digo yo, lo dicen educadamente UGT y CC OO.

El caso es una advertencia en toda regla para el futuro. La industria del automóvil ha sido la niña mimada de todos los Gobiernos, desde Huarte hasta hoy, sin excepción. Fiscalmente, reglamentariamente, administrativamente, trato cariñoso es decir poco; además, se ha tolerado la prepotencia sindical de CCOO y especialmente de UGT (recordemos que la mayoría de los asalariados navarros vota a UPN, pero que UPN nunca ha tenido un sindicato propio, quizás para no pisar callos por otro lado bien engrasados).

Sin embargo, Volkswagen no es la primera empresa de la región (es la Universidad de Navarra, a la que sin embargo en los 80 se le creó ex novo una competencia de cuya rentabilidad en todos los órdenes habría mucho que decir); el automóvil no es el primer sector industrial de la provincia, porque lo es la menospreciada industria agroalimentaria, con capital local, iniciativa libre y nulos favores; la industria no es el primer sector económico navarro, porque lo son los servicios.

Qué duda cabe que debemos desear que el caso concreto se resuelva rápidamente, pero quizás sea el momento de pensar si el escepticismo de Amadeo Marco frente al desarrollismo franquista, con prisas y con un cambio social que aún estamos pagando, no tenía sus razones, ya que al final lo que crece y permanece aquí es lo derivado de la agricultura y de nuestros encantos históricos y naturales. O sea, lo que ya teníamos y hasta ahora menos hemos cuidado. Suerte en tu camino, Volkswagen Navarra, que hay quien espera tu rápido hundimiento para pescar en río revuelto.

Por Pascual Tamburri Bariain, 5 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.