Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Lo odian, y lo temen, seguramente porque lo oyen pero no siempre lo escuchan. Él no lo pone fácil, pero algunas cosas son como son. Federico Jiménez Losantos se ha convertido, a día de hoy, en el verdadero centro de los debates de la derecha española, con un foco principal de atención (el Rey y el porvenir de la monarquía) y uno menor aunque cercano y muy significativo (Miguel Sanz y el futuro de Navarra en España) .
A cañonazos en el frente de La Zarzuela
Acabamos de saber, y no es la primera vez, que Don Juan Carlos se despachó públicamente sobre el comunicador estrella de la Cope, al que habría defendido la presidenta Esperanza Aguirre. Fernando Sánchez-Dragó entrevistando a Losantos no podía llevar más que a algo así, con la santabárbara ya a tope y semejantes cabezas y lenguas unidas. Además, sólo con la mente anclada en el Antiguo Régimen (faraónico, incluso) puede negarse que el periodista de la Cope «merece ser tratado como cualquier ciudadano» y que «no se debe presionar a sus jefes para que prescindan de él, porque Jiménez Losantos se irá a otro lado y dirá las mismas cosas. Lo peor es que se le quite el micrófono a un periodista». ¿No decía la Constitución «que todos nos hemos dado» algo sobre la libertad de expresión?
No hace falta entrar en el contenido de la información y opinión que maneja Losantos para defender su libertad, como habría hecho Esperanza Aguirre al elevar la idea de que «si le hubiera criticado Gabilondo, [el Rey] le habría invitado a comer». Losantos tendrá más o menos razón y se podrá compartir o no su opinión, pero la situación tiene un punto de humor indudable: precisamente la furia desatada contra Losantos refuerza la opinión de éste, más aún que las espeluznantes informaciones, y los escalofriantes silencios, de Luis Herrero-Tejedor. Señor, cinco años de formación militar obligan a saber que las moscas no se matan a cañonazos, salvo que se reconozca que no son moscas y que es tiempo de cañonazos (metafóricos) .
Guerra entre dos hombres ¿destinados a entenderse?
Losantos saca de sus casillas al Rey, pero no sólo a él. El viernes mi presidente, Miguel Sanz, se colocó en la misma posición que el monarca, y se despachó a gusto con «algunos simpatizantes de UPN (no afiliados, recalcó), tertulias de emisoras de radio nacionales (cuyo nombre no citó) y medios digitales que afirman que está realizando cesiones al PSOE, a cambio de haber recibido la abstención que hizo posible su investidura». Bueno, se puede decir con nombres y apellidos pero en este caso no hace falta. Y cada mañana, desde las seis, más de un navarro que vive del Presupuesto conecta la radio tembloroso por las vergüenzas que van a destapar los «tertulianos de Madrid que no tienen ni idea de lo que pasa aquí en Navarra» .
Y es que todo pasa por el Presupuesto. Diego López Garrido ha venido a Pamplona a recordar que Sanz necesita al PSN para aprobar los Presupuestos (y a sugerir que los favores se pagan, claro). Diario de Navarra, en su línea ahora mayoritaria (tras el divorcio mediático de la Cope, no se olvide), distingue sutilmente lo accesorio (que resulta ser la posibilidad de que los socialistas pactasen los abertzales a nuestra costa) de lo ahora crucial (que es eso: el Presupuesto, la estabilidaz unida a la lista del ceceo zapaterino y el TAV, convertido en el «tren de la historia») .
Mientras tanto, nuestro consejero de Educación, Carlos Pérez-Nievas, ha participado en el Nafarroa Oinez, y habrá quien diga que eso se hace con gran regocijo de todos los votantes de Miguel en las elecciones mayo. Pero no seré yo quien escriba esa bobada, ni Losantos quien la diga. ¿Esta mal recordar el pasado inmediato? No lo sé, pero no puedo evitarlo: el 17 de marzo de 2007 Miguel Sanz terminó su discurso ante un mar de banderas nacionales gritando «¡viva Navarra foral y española!» y no «vivan los Presupuestos» ni «vivan las obras públicas» .
Las «formas», el nuevo tabú
«¿Pero esto qué es? Es intolerable». Don Juan Carlos se siente mal, tanto por el fondo como por los modos de Losantos. Y otro tanto cabe decir de Miguel Sanz. Lo curioso es que Losantos y la Cope han sido, con las mismas formas por cierto, baluartes de Navarra frente a la izquierda sumisa a los independentistas, y son de los pocos que podrían defender la actual forma de Estado con convicción y eficacia. La gran pregunta es si importa más una mala comprensión personal, basada en críticas que no carecen de cierta base (vistas desde fuera).
Una proporción muy alta de monárquicos leales y de votantes de UPN escuchan a Losantos, además de oírle. ¿Esa batalla crispada es buen negocio para alguien que no sea de Prisa, de Mediapro o de La Información?
Por Pascual Tamburri Bariain, 21 de octubre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.