Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
¿Es el alcohol una droga? ¿Deben las autoridades preocuparse por el consumo juvenil de alcohol? ¿Cuando dicen preocuparse lo hacen por convicción o por cálculo? A veces uno tiene la sospecha de que mientras creamos este pecado laico -beber- estamos haciendo, o intentando hacer, buenos negocios. Y eso está pero que muy mal.
«Dice el director del Plan Foral de Drogodependencias, Fermín Castiella, que el inicio en las distintas drogas (tabaco, alcohol, cannabis y otras) antes de los 13 o 14 años está directamente relacionado con un consumo más intenso de estas sustancias». En esta sola frase encontramos las claves de la corrección política en un asunto que supuestamente preocupa a los creadores de opinión (políticos y periodistas), pero que en la práctica sólo es un gran campo de maniobras para una inmensa y necia hipocresía burguesa.
Diario de Navarra, portavoz ahora de todo dogma políticamente correcto, habla así de los jóvenes que beben alcohol, reducidos a «fase iniciática de la droga», como si fuese todo lo mismo, y todo igualmente malo. Así que, ya que todo es una droga, ¿para qué beber sólo unas cervezas? Pasemos directamente a la heroína en vena y la quetamina a pozales, si para los periodistas y los políticos al uso todo es lo mismo ¿o no?
Sin embargo, el mismo periódico, como todos los medios, aplaude, festeja y sonríe a los grandes eventos juveniles basados en el consumo de alcohol (y de lo que no es alcohol). El mismo día en el que se lloriqueaba a cuenta de que «los jóvenes beben» se daba amplia cuanta de los lugares donde se había hecho y se podía hacer botellón ante la Apertura Paralela de la Universidad (la carpa, para entendernos). Hablar positivamente de «una de las fiestas más multitudinarias y más maratonianas del año en Navarra» y de «veintidós horas de fiesta llenas de risas, anécdotas, bailes, cientos de canciones, premios y mucho alcohol» es algo que sin duda la mayor parte de los jóvenes entenderán como natural, grato y realista. Lo incomprensible, o tartufesco, es intentar tener a la vez las dos caras.
No es sólo la prensa, qué duda cabe, aunque tiene su gracia publicar todo un suplemento con el sutilísimo juego de palabras «Carpa diem» y a la vez decir que el alcohol es una droga, un problema y la suma de todos los males. La clave es, como suele suceder, el puro cálculo: una fiesta que reúne a 18.000 jóvenes y que refleja todo un estilo de vida puede gustar o no, pero no puede ser ignorada, ni por los empresarios que quieren vender periódicos ni por los políticos que quieren rascar votos tiernos y jugosos. Eso sí, unos y otros, políticos y empresarios de la comunicación, están dispuestos a la vez a poner su cara más compungida ante los adultos y presuntos tales para lamentar que los jóvenes beban … en la misma fiesta que ellos financian, apoyan, patrocinan y publicitan.
Por eso, y ante semejante contradicción de nuestra vida pública, yo no puedo encontrar más que un adjetivo para el editorial de Diario de Navarra del domingo pasado (http://www.diariodenavarra.es/edicionimpresa/articulo.asp?not=a14art1346166a&dia=20071118&seccion=opinion): hipócrita. ¿Fácil acceso al alcohol de los menores? ¿Un crecimiento alarmante de los jóvenes que se emborrachan? Curiosamente al día siguiente de una borrachera colectiva con patrocinio público y semipúblico. Hipócrita. Y mientras condenamos al infierno (laico) a nuestra juventud, mientras rehabilitamos por nivelación las verdaderas drogas, mientras impedimos que haya otra alternativa a esto que no sea el movimiento abertzale, ¿tenemos derecho a exigir a los chavales que se crean todas las bobadas que les vienen a decir unos horteras con cara de sacristán estreñido? Pues la verdad, creo que no, así que con su permiso me voy a tomar unas cañas, y cuando hayan terminado ustedes de intentar sacar provecho de la juventud, déjenla en paz.
Por Pascual Tamburri Bariain, 20 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.