Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Magdalena Álvarez, la ministra de Fomento, es el miembro del Gobierno peor valorado por los ciudadanos según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas. Su fracaso en la gestión de las infraestructuras, especialmente en el desarrollo de las nuevas líneas de trenes de alta velocidad y en la suspensión de trenes de cercanías que ha llevado el caos a Barcelona, implica una indudable responsabilidad política.
Todos los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados, excepto el socialista, coincidieron ayer martes en criticar, incluso con dureza, a Álvarez. El pleno debatió y votó una propuesta de reprobación de la ministra, presentada por IU-ICV, CiU y ERC y apoyada por el Grupo Popular. Finalmente la ministra de José Luis Rodríguez Zapatero no fue reprobada por sólo cinco votos, ya que 169 diputados votaron su reprobación y 174 la rechazaron, en una Cámara que registraba siete ausencias. Demasiado poco para un Gobierno que afronta unas elecciones y que pretendía concurrir a ellas con los deberes cumplidos en materia de obras públicas.
Pero aunque la votación favoreció por la mínima a Magdalena Álvarez su credibilidad política ha quedado anulada por los argumentos esgrimidos por los parlamentarios y por su propia actitud. La ministra llegó tarde al debate parlamentario de su reprobación, y estuvo ausente durante las intervenciones de los restantes portavoces de los grupos del Congreso. El diputado del PP por Barcelona, Jorge Fernández Díaz, calificó de «falta de respeto» la actitud de la ministra y por extensión la de Zapatero, y en este sentido se expresaron los representantes de otras siglas. Álvarez, aunque fue aplaudida por sus compañeros de partido y se salvó por la mínima, fue abucheada por un gran número de parlamentarios, que demostraron compartir ayer la opinión de la mayoría de los ciudadanos.
Cientos de miles de barceloneses padecen desde hace semanas una situación de colapso en los transportes que la ministra creó con su mala gestión del AVE, negó después y minimizó a continuación, para en definitiva dejarla aún sin solución. La carrera contra el reloj del Gobierno para terminar las distintas obras del AVE antes de fin de año tenía un claro contenido político, ya que Álvarez y Zapatero querían abrir su campaña electoral con esas inauguraciones. Los ciudadanos, sin embargo, están sufriendo en su vida cotidiana las consecuencias negativas de unas obras apresuradas que ahora mismo nadie sabe cómo y cuándo terminarán.
Álvarez ganó ayer su votación, pero ante los diputados y ante los ciudadanos carece de credibilidad política. Más allá de la letra de la Ley, la ministra de Fomento ha perdido su legitimidad política, y Zapatero ha demostrado en este ministerio los límites de su talante. En las urnas de marzo de 2008 tendrá que pagar también el precio de la mala gestión que los españoles sufren y que no cabe ocultarles.
Por Pascual Tamburri Bariain, 27 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.