Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.
Pues yo lo siento mucho, pero no puedo elegir. Sí, ya sé que ahora mismo, en este clima de locura colectiva, uno «es» de un periódico como quien pertenece a una Iglesia, pero no puedo renunciar ni a La Razón ni al ABC. Ambos me gustan, cada uno a su manera, y los veo bastante complementarios, no en vano vienen del mismo sitio y cultivan honestamente el mismo público. José Alejandro Vara, con cierta elegancia, ha logrado lo que muchos consideraban imposible -suceder al inimitable Luis María Ansón- y ha evitado meterse en las campañas a favor y en contra de contra José Antonio Zarzalejos. Y los lectores se lo agradecen a ambos.
ABC y La Razón representan dos matices distintos de una misma realidad, la derecha sociológica española. Sí, vale, ya, si les da miedo llámenlo centro y esas cosas, pero hay lo que hay. Es la gente que vota al PP pase lo que pase, aunque no siempre a gusto, y la que apoya a las víctimas del terrorismo etarra e izquierdista. Es la gente que también lo hacía cuando los centristas de la UCD organizaban los funerales de tapadillo, cuando los bienpensantes decían de los asesinados que «algo habrá hecho», cuando se entregó el poder social en el País Vasco y parte de Navarra a los abertzales para que estuviesen tranquilos, y cuando los ahora antiterroristas dogmáticos jugaban en bien distintas Ligas.
Los leo los dos, claro que sí, y al margen del número de ejemplares que vendan me gusta leer a César Alonso de los Ríos y a Alfonso Ussía, qué le voy a hacer. Y me parece muy bien mucho de lo que nos escribe Juan Manuel de Prada, y no me importa que su primer libro se haya llamado Coños, aunque prometo leerlo para informarme. Ser de derechas es algo indefinible, pero por definición plural y abierto. Tan plural que tiene que caber desde este chico hasta gentes que vengan de la extrema izquierda asesina de personas y de ideas, desde trostkistas a maoístas, si se han arrepentido de aquellas estupideces y ahora defienden algo mejor, o menos malo.
No conozco a Zarzalejos, y no me gusta todo lo que escribe. Desde luego, ni por origen ni por formación él viene de la izquierda totalitaria ni del progresismo hortera, pero supongo que eso no será un pecado imperdonable, digo yo. Creo que debería ocuparse de su gestión más que de atacar la de otros, y no porque su situación sea buena o ejemplar sino porque es una parte de una derecha plural. Una derecha que no sea plural, y me da igual en qué punto quisiese hacerse uniforme, sería estéril. Quizás a mi no me guste el punto concreto en el que Zarzalejos parece estar más a gusto ahora mismo, pero debe existir. Puestos a elegir, además, me es más simpática esa posición que una ultraliberal dogmática, cerrada -que por ser cerrada no podría ser realmente de derechas, y condenaría a éstas a la eterna derrota electoral- o una puramente mercantil, políticamente correcta y centrada en la venta de periódicos a cualquier precio.
Haya paz entre los enemigos de Zapatero, por Dios, si quieren demostrar que son tales, no vaya a ser que por negar la pluralidad de la derecha -nacional, liberal, tradicional, conservadora, foral, antiforal, innovadora, social, acomplejada y valiente al mismo tiempo- venza la izquierda e imponga su propia uniformidad. O alguno se una a ella para defender por cálculo su parcelita, claro, lo que estaría muy mal tanto si lo hiciese Zarzalejos como si no.
Por Pascual Tamburri Bariain, 30 de noviembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.