Una petición a tres políticos para que ETA no se ría de los navarros

Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de diciembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.

Efectivamente, como decía este viernes José Ignacio Palacios en las páginas de opinión de Diario de Navarra, «aún queda una víctima sin monumento» (http://www.diariodenavarra.es/edicionimpresa/articulo.asp?not=a14art1366801a&dia=20071207&seccion=opinion). Más que una, en realidad, porque el comandante Imaz fue el primer asesinado por los abertzales en la Navarra de la Transición, pero después ha seguido medio centenar de víctimas. Sólo algunos son recordados hoy por su nombre, sólo algunos reciben homenajes y son elevados a ejemplo. Imaz, como Palacios sugiere, merece un monumento en Pamplona, y todas las demás víctimas de la izquierda nacionalista, una por una, también.

ETA es, qué duda cabe, enemigo de la paz y de la libertad tanto como de España y de la verdad, y lo es «desde que en febrero de 1965 un grupo de jóvenes fue detenido cuando intentaba cometer un sabotaje en el Monumento de los Caídos de Pamplona, la espiral de violencia de la organización armada ETA fue paulatinamente en aumento en nuestra Comunidad», y «su primer golpe de efecto lo consiguió en 1967, cuando logró suspender la etapa de la Vuelta Ciclista a España, al colocar un artefacto explosivo en El Perdón.» Sigue siéndolo, pero esto no es, ay, noticia.

Que las víctimas sean olvidadas, recordadas sólo genéricamente, seleccionadas y puntuadas según sea más o menos cómodas para los poderes constituidos sí es noticia. Es noticia que cada batasuno que se hace un arañazo reciba un homenaje, que se dé el nombre de asesinos muertos en el curso de sus hazañas a calles, plazas, instituciones y fundaciones, y que el Ayuntamiento de Pamplona vaya a mantener en cambio una estela de tradicional uso urinario y canino en la avenida de Roncesvalles en recuerdo de un comunista muerto en tristes pero oscuras circunstancias. Es noticia, desde luego, que mientras tanto Imaz siga sin placa, monumento, plaza, calle, fundación, biografía, homenaje y manifestación, y que otros sí tengan esas cosas.

Lo pido a un concejal de Pamplona, José Iribas, a un parlamentario foral, Eradio Ezpeleta, y a un diputado nacional, Carlos Salvador, a los que sé sensibles al menos en parte a tanta vergüenza: estas cosas, que sólo benefician a quienes se nos ríen, no pueden seguir así. Actuad, por favor. Si vais a cambiar nombres de calles -y es patético que lo hagáis- ya tenéis a quién dedicarlas. Empecemos por ahí, porque todos nos jugamos mucho en esto, sea la dignidad, el puesto o ambas cosas.

Por Pascual Tamburri Bariain, 8 de diciembre de 2007.
Publicado en El Semanal Digital.