Por Pascual Tamburri, 21 de diciembre de 2007.
Graciano Palomo ha desvelado aquí mismo y con su habitual brillantez «el caso del multimillonario Antonio Catalán y el programa de ZP«. Es lo que hay, se cuente como se cuente: el dueño «del imperio de AC Hoteles colabora en el equipo que redacta las propuestas con las que los socialistas se presentarán a las elecciones». ¿Es su derecho, no?
También es derecho de Graciano, como periodista de raza, contar algunos detalles más sobre el espectacular recorrido empresarial del reciente premio Pilates. Yo recuerdo de niño visitar en Pamplona el «hotel nuevo» (el Ciudad de Pamplona, el primer logro del entonces balbuceante grupo NH), y es desde luego digno de admiración pasar en tres décadas de un hostal de carretera y un surtidor de gasolina a lo que tiene este navarro para muchos ejemplar.
Pero Graciano Palomo sabe más de la economía (y sus alcantarillas) y del periodismo (y su etiqueta) de lo que yo nunca llegaré a entender, así que no voy a hablarles de dineros ni de amistades, ni públicos ni privados. Porque sin duda él lo va a hacer, lo está haciendo, mucho mejor que yo. El personaje tiene, sin embargo, una interesante dimensión política que conviene no olvidar nunca.
Antonio Catalán tiene 98 hoteles de lujo y mucho dinero, con posibilidades y voluntad de enriquecerse aún más. Pero su espina clavada parece ser el poder, o mejor dicho la influencia en el poder y la correspondiente apariencia social, y desde luego en 2007 lo ha demostrado –literalmente- a diestro y siniestro.
Corellano y amigo de nuestro presidente, siempre ha querido y nunca ha ocultado su deseo de que Miguel Sanz siguiese estando a la cabeza del gobierno de Navarra. Un aval sin duda cualificado para UPN. Aunque no, desde luego, un aval gratuito, como demuestran los enredos de Santo Mauro, tanto los más o menos conocidos previos a la investidura como los anteriores y acomplejados para hacer que los navarros en Madrid dejen de ser lo que siempre fueron.
Catalán fue el primero en pedir públicamente una separación amistosa entre UPN y PP, que de momento en UPN se debate pero no se concreta, y a la vista está el acuerdo con Mariano Rajoy cuyo texto adjuntamos. Viniendo de un referente social de UPN (o de una parte de UPN, cabe matizar) sonó raro y más en aquel momento. Hoy, con Catalán en el equipo nacional del PSOE, la cosa cuadra: navarrista-navarrero a este lado del Moncayo, y amigo de sus amigos, que además son amigos potentes; pero amigo del talante progre de la gente guapa en la Meseta. ¿Tiene derecho a ser así? Sin duda. ¿Tienen derecho los afiliados y votantes de UPN a saber quién toca el vals que están bailando, cambios de pareja incluidos? También.
Terminaba el otro día Graciano con una reflexión nacional que en el futuro habrá que hacer foral: «¿Tendrá algo que ver la proximidad socialista del dueño de AC Hoteles con algunos presuntos favores desde el poder? No me puedo creer que un emprendedor tan distinguido admita prebendas de sus conmilitones políticos de ningún modo. No me lo creeré hasta que no tenga las pruebas en la mano. Y no creo, sinceramente, que existan». Ya sabes, Graciano, lo que Catalán aprendió en su infancia corellana: la fe es creer lo que no vimos. Aún.
Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 21 de diciembre de 2007, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/misma-persona-hace-programa-psoe-pactos–77367.html