Feliz Navidad, también (y especialmente) en Belén de Judá

Por Pascual Tamburri, 23 de diciembre de 2007.

Es bueno recordar que esto de la Navidad no es una creación publicitaria de El Corte Inglés para llevarse la paga extra, y que el protagonista de esta fiesta no es ese señor gordo anglosajón, descendiente no reconocido de San Nicolás de Bari y de un respetable pero difunto mito nórdico. No, no: aquí lo que nos hace estar de fiesta es el nacimiento de un Niño en Belén de Judá.

La verdad es que estoy bastante harto de los matices eruditos sobre la Navidad. Hace mucho que se conoce la relación entre cristianismo y mitraísmo, y los orígenes solares de la fecha tradicional de la Navidad. Estamos al cabo de la calle de la relación entre cristianismo, especialmente católico, y paganismo indoeuropeo, todo ello muy importante para nuestra cultura e identidad pero que no cambia lo esencial de esta Fiesta. Tampoco cambiaría si Houston Stewart Chamberlain tuviese razón en sus divagaciones al respecto: todos los detalles que se quieran aportar no deben hacernos olvidar que Belén fue la cuna de Jesús.

Belén, que durante siglos ha sido ciudad de cristianos, es hoy la suma de todos los problemas y dolores de una Tierra que para nosotros es Santa. La presión musulmana por un lado y la ocupación judía por otro están cambiando Belén, y están reduciendo a la nada las antiquísimas comunidades de cristianos aún vivas en la patria del Niño. La paz en Tierra Santa es un bonito deseo en Estados Unidos y una posibilidad más o menos improbable para todos los bandos de aquel conflicto, sean cuales sean sus razones. Para los cristianos de Palestina es, sin embargo, cuestión de vida o muerte, para Europa es un interés vital y para la Cristiandad es una cuestión de dignidad y de fe.

Belén debe vivir en paz y los cristianos de Tierra Santa deben ser tutelados y protegidos, porque son la única parte en el conflicto que no tiene armas, ni dinero, ni petróleo, ni muros, ni bombas, ni tanques, ni milicias, ni cárceles, ni uranio, ni aliados, ni misiles, ni suicidas. Estos días, en los que el Niño nace, los cristianos y los europeos debemos recordar Belén, porque ya es hora de que a Belén vuelva la paz. Paz para todos con justicia y orden, ciertamente; y paz sobre todo para los descendientes de los pastores del portal, para los cristianos de Palestina. Europa tiene medios económicos, diplomáticos y militares para garantizar eso, y para impedir el genocidio que todos ven pero que nadie denuncia, porque a todos los demás interesa: el de los cristianos. Europa tiene, además, un interés directo en que así sea.

Estos días nos deseamos feliz Navidad, pero realmente la Navidad no será feliz en Belén si las cosas siguen así. Sería deseable desde luego una Palestina unida en la que cristianos de todas las Iglesias y fieles de otras religiones pudiesen convivir. Ahora bien, si las otras confesiones no respetan a los cristianos éstos deberán ser protegidos, como ya propuso Gran Bretaña antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Nada más lógico que una gestión internacional de los Santos Lugares, donde los cristianos eran mayoría antes de la fundación de Israel y donde deben volver a ser, por lo menos, libres. Ahora, cuando se vuelve a hablar del envío de fuerzas internacionales a la zona, España tiene algo que decir: porque el Niño al que adoramos nació en Belén.

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 23 de diciembre de 2007, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/feliz-navidad-tambien-especialmente-belen-juda-77467.html