Profesiones de riesgo en 2008: alumno, padre, profesor

Por Pascual Tamburri, 29 de diciembre de 2007.

A mi post sobre algunos alumnos (no los peores, pero sí los de peor fama y los peor tratados por la vida), «juguetes rotos» de nuestra sociedad, contestó una madre con palabras conmovedoras, que merecen releerse por sí mismas, sin pensar en nombres: «Anoche leí tu artículo a las tantas, mientras hacía algo para llenar el tiempo que el sufrimiento roba al descanso. Mi hijo se está rompiendo, y no sé ayudarle. Si supiera comunicarme con él le diría lo que tú tan bien has plasmado en tu Carta. Esta mañana la he impreso y se la he dado, diciéndole: ´He encontrado este artículo que refleja todo lo que yo te diría si supiera. Por favor, léelo y piensa en ello´. Ojalá le remuevas por dentro y le ayudes como yo no he sabido

Amiga mía, no sé hacerlo. Si supiese dudo que sirviese de mucho, porque la respuesta estaría probablemente fuera de la Ley y con seguridad fuera de la corrección política. Pero tú ves como yo cómo están las cosas: algunos de los mejores alumnos se nos rompen, no encuentran sentido a lo que hacen y en consecuencia su conducta cambia. El sistema no funciona, pero el sistema no tiene la culpa, porque ésta recae en las personas (padres y profesores) que lo hacemos funcionar.

El problema es de fondo, del fondo de cada uno de nosotros. Si el padre antepone a todo su indudable derecho al ocio, al descanso y al bienestar y si el profesor antepone a todo su indudable derecho al horario, al traslado y a la nómina, ¿podrán reprochar al chaval que se dé cuenta, y que a su vez se dedique a la fiesta, el cuarto, el msn, los juegos, los porros, las nenas, las rayitas, los nenes, la música o lo que surja?

Cometemos a veces el error de pensar que los alumnos son más tontos que anteriores generaciones -algo biológicamente imposible-, cuando en realidad son el resultado de todo un sistema educativo basado en los derechos más que en los deberes. Y por supuesto que los derechos existen: pero son consecuencia del cumplimiento por todos de los deberes, y no al revés. No son más tontos que sus predecesores, pero dedicamos doce o catorce años a atontarlos en medio de la comodidad y la opulencia convertidos en derechos, y nos quejamos cuando los remedios son, por lo menos, difíciles.

Lo peor del asunto es que genera un ambiente social de fuerza colosal. Incluso cuando una familia hace bien su tarea, incluso cuando un profesor cumple bien con su deber en el sentido amplio, la corriente social predominante es contraria. Lo fácil se impone, y los que hoy vemos como «juguetes rotos» (en tercero o cuarto de ESO; o inmediatamente después) son sólo la vanguardia de un gran ejército de desarraigados. ¿Quién elegirá lo difícil pudiendo escoger lo fácil?

Europa está perdiendo, además, dos creaciones suyas que habrían podido afrontar con éxito la situación. Están siendo machacados y aguados (cuando no paniaguados) los viejos cuerpos docentes nacionales, de manera que va a ser cada vez más fácil toparse con un liberado sindicalista pancartero y más improbable dar con un Julien Gracq. Y está en crisis la Compañía de Jesús, que si de algo entendía era de la redención de adolescentes problemáticos.

¿Qué hacemos, amiga mía? Me pides que rece «por tantos como se están rompiendo», y no digo que sea malo, pero podemos hacer algo más. Ejercemos oficios arriesgados, pero debemos correr el riesgo. No renunciemos a cumplir el deber, aunque nadie lo haga. Demos ánimos e instrumentos de acción a quienes naden contra la corriente. Sembremos la duda en los que ya se han rendido y se limitan a flotar. Nunca demos por perdidos, si lo valen, a quienes se rompen y –a menudo en medio de las sonrisas despectivas de los que se creen superiores- ya se han roto. Porque siempre hay remedio, con voluntad y capacidad, excepto cuando se renuncia a uno de nuestros «juguetes rotos».

Pascual Tamburri Bariain
El Semanal Digital, 29 de diciembre de 2007, sección «Ruta Norte».
http://www.elsemanaldigital.com/blog/profesiones-riesgo-2008-alumno-padre-profesor-77649.html